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02 de mayo de 2024

People watch an outdoor screen showing the live speech of Chinese President Xi Jinping during the opening session of the 20th Chinese Communist Party Congress in Hangzhou, in China’s eastern Zhejiang province on October 16, 2022. (Photo by AFP) / China OUT

Un cartel con la cara de Xi JinpingAFP

XX Congreso del PC Chino

Xi Jinping, cinco años más y los que vengan

En una era de riesgo e incertidumbre la esperada reelección de Xi Jinping añade tensión al inédito suspense que vivimos en este momento de la Historia

La advertencia de Xi Jinping sobre Taiwán en su discurso, en el Congreso del Partido Comunista de China: «Seguiremos luchando por una reunificación pacífica con nuestra mayor sinceridad y esfuerzo, pero no renunciaremos nunca a usar la fuerza si se diese «una interferencia de fuerzas del exterior».
Este «no renunciaremos al uso de la fuerza» con un tercer mandato y acumulando en sus manos un poder extraordinario confirma la asertividad de Xi. Además, hay un críptico párrafo, que no han pasado por alto los analistas, donde Xi recalca que «China se enfrenta a peligrosas tormentas» por lo que deben «estar preparados para peligros en tiempos de paz».
La palabra «seguridad» la mencionó setenta veces en su discurso y las advertencias a Taiwán, no se ocultaron.
El discurso del recién revalidado presidente de China, Xi Jinping, este pasado domingo 16 de octubre, durante el XX Congreso del Partido Comunista (PCCh), supone un hito en la historia de la organización. Ha consolidado a Xi como el líder chino más poderoso desde Mao Zedong, en la década de 1970.

Xi no va de farol y su política interior y exterior continuará con mayor determinación

No ha habido sorpresas, no se esperan grandes cambios en su política, pero su continuidad al frente del gigante asiático, con amplios poderes amenaza con aumentar las tensiones y la incertidumbre en el planeta. Xi no va de farol y su política interior y exterior continuará con mayor determinación:
De una parte, la represión, a nivel nacional, el aumento de la vigilancia y la neutralización de toda disidencia interna, bajo la acusación de «corrupción». Un mayor autoritarismo y se puede decir abiertamente, aunque el buenismo de la prensa occidental lo dice con «la boca pequeña», una ampliación del «totalitarismo» ya vigente.
Del otro lado una política exterior agresiva: Xi tiene claro que la unificación de China, incluyendo Taiwán es cuestión de «no mucho tiempo», así como su predominio en el indo pacífico es una presión que no se puede rebajar, frente a Japón o Australia o cualquiera de los socios de Estados Unidos.
Desde que Xi asumió el poder en 2012, Pekín ha duplicado su gasto militar. En el pasado marzo, el Gobierno chino anunció un presupuesto de defensa de 229.000 millones de dólares, con un incremento del 7,1 % con respecto a 2021. Su aspiración para llevar a China a ser una primera potencia militar no cesará.
En el discurso de Xi Jinping no tuvo lugar «el más mínimo momento de reconocimiento del dolor social y económico» que ha causado su «política cero-covid», ni el decaimiento de la economía con un importante efecto interno, como el aumento del desempleo juvenil o la crisis de vivienda.
Los observadores especulan que la segunda economía más grande podría estar en problemas aún mayores de lo que se pensaba anteriormente.
El lunes, la Oficina Nacional de Estadísticas de Beijing canceló la publicación de los datos sobre el crecimiento del producto interior bruto (PIB) en los meses de julio a septiembre sin más explicaciones en su sitio web y no dio una nueva fecha para la publicación.
El Presidente chino Xi Jinping ha articulado una visión de una economía verde, equitativa, innovadora y orientada a los servicios. Y quiere despojar a la economía del país de la inversión inmobiliaria especulativa como principal motor de crecimiento.

Problemas como la corrupción, la contaminación y las crecientes deudas se agravaban

Sin embargo, los problemas estructurales abundan en la economía china. El estrecho enfoque en el crecimiento que impulsó al país durante décadas estaba empezando a perder su eficacia cuando Xi llegó al poder. Problemas como la corrupción, la contaminación y las crecientes deudas se agravaban.
La consolidación del poder por parte de Xi da continuidad a un sistema anquilosado, personalizando la autoridad y exigiendo una obediencia silenciosa.

Xi, como buen comunista, cambia el realismo por la ideología y el presente por la utopía

Las pruebas económicas y políticas a las que se enfrenta el país exigen soluciones matizadas y compromisos entre valores y circunscripciones que compiten entre sí. El hecho de no alcanzar el objetivo del PIB sólo indica la magnitud del duro trabajo que queda por delante. Pero Xi, como buen comunista, cambia el realismo por la ideología y el presente por la utopía.

Alternativa a EE.UU.

Xi ha prometido que China no se involucrará en ningún tipo de «expansionismo» y que está comprometida con su política de apertura al mundo exterior, pero, no obstante, busca aumentar su área de influencia en tantos países no alineados con Occidente. Busca ser la alternativa a Estados Unidos y aprovechando el conflicto de Ucrania y la posición de Rusia cree estar cerca de proponer un orden mundial alternativo.
La reelección de Xi, aunque esperada, se considera políticamente explosiva. En una era de riesgo e incertidumbre la esperada reelección de Xi Jinping añade tensión al inédito suspense que vivimos en este momento de la Historia.

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