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Ignacio Foncillas
AnálisisIgnacio Foncillas

Trump, en Oriente Medio: más allá del «avioncito»

Mientras la prensa europea despotrica, Trump está trayendo tres billones de dólares de inversión a EE.UU. y visos de estabilidad para la región

Actualizada 13:52

El presidente Donald Trump aborda el Air Force One en el aeropuerto de Doha

El presidente Donald Trump aborda el Air Force One en el aeropuerto de DohaBrendan Smialowski / AFP

La prensa europea, con su cantinela anti-Trump, ha decidido, como era de esperar, hablar solo del avioncito (de 400 millones de dólares) que Qatar ha decidido regalarle, no a Trump, sino al Departamento de Defensa de EE.UU.. Pero pasa por alto los resultados más jugosos de la visita de Trump a la región árabe: compromisos de inversión por más de tres billones de euros en la economía estadounidense. Mientras tanto, esta visita no ha sido solo un apretón de manos con turbantes de por medio; ha sido el inicio de una transformación sísmica en las relaciones entre Estados Unidos y sus socios árabes.

Trump no fue a la región a tomar té y posar para fotos. Fue con una agenda clara. ¿Los objetivos? Aquí van, sin filtro: 1) Asegurar una avalancha de petrodólares para la economía americana; 2) Atar a estas naciones a la industria armamentística de Estados Unidos mientras se reduce la presencia militar americana en la región; 3) Darle un empujón a China para sacarla del juego en Oriente Medio; y 4) Meter a estos países en la órbita norteamericana, sin que el conflicto israelí sea un obstáculo. Y los árabes, astutos como son, también trajeron sus demandas: reconocimiento del nuevo régimen sirio, acceso sin restricciones a chips de inteligencia artificial y una tregua con Teherán para rebajar las tensiones. ¿Resultado? Un éxito rotundo, guste o no a los llorones de siempre.

Vamos a desmenuzar esto, porque aquí hay más carne de la que los vegetarianos de la prensa europea pueden digerir.

1. Petrodólares a raudales

Tres billones de euros. No es un subsidio del Tío Sam, no es un préstamo del FMI con condiciones humillantes, sino inversión pura y dura de los monarcas árabes en la economía estadounidense. Infraestructura, tecnología, energía, defensa y aviación. Tiene contrapartidas, pero todas ellas para beneficio de compañías americanas. Clúster de centros de datos en emiratos; exportación sin restricciones de chips de IA. Pero claro, los detractores de Trump, esos que prefieren el estado nanny al libre comercio, no lo ven. Para ellos, todo lo que hace Trump es malo por definición. Creo que Boeing, con sus órdenes de más de 200 aviones, o NVidia, diferirán de esa caracterización.

2. Armas por paz: menos botas, más soberanía

El segundo eje es una obra maestra de pragmatismo. Trump está reforzando la dependencia de los países árabes en la industria armamentística americana, pero no para invadirlos, sino para que se defiendan solos. A cambio, Estados Unidos puede empezar a sacar sus botas del desierto, reducir su presencia militar y dejar de jugar a policía del mundo, o, por lo menos, reorientarlos a Asia.

Si no les vendemos nosotros, lo harán los rusos o los chinos, y entonces sí que tendremos un problema mayor

¿Vender armas para reducir guerras? Suena contradictorio, pero no lo es. Si estos países tienen lo que necesitan para protegerse, Estados Unidos no tiene que gastar vidas ni dólares en conflictos que no le pertenecen. Pero seamos realistas: el mundo no es un cuento de hadas. Si no les vendemos nosotros, lo harán los rusos o los chinos, y entonces sí que tendremos un problema mayor. Además, cada nación tiene derecho a armarse como quiera, y el mercado de armas es tan legítimo como el de tomates. Que los árabes compren F-35s y no misiles de Pekín es una victoria para la esfera de influencia americana.

3. Un portazo a China

China lleva años seduciendo a los árabes con su billetera, siendo el mayor comprador de su petróleo. Pero Trump, con esta visita, les ha dado un motivo para mirar hacia el oeste. ¿Cómo? Ofreciendo inversión en Estados Unidos, tecnología punta y una alianza que no viene con el yugo autoritario del Partido Comunista. No se trata de odiar a China —aunque su modelo totalitario sea una pesadilla—, sino de promover un mundo donde las naciones puedan elegir con quién bailar. Y se ve que los del turbante han elegido con su chequera.

Imperialismo es lo que hace China con sus deudas-trampa y su control económico

Los progresistas dirán que esto es imperialismo yanqui, pero se equivocan. Imperialismo es lo que hace China con sus deudas-trampa y su control económico. Trump está ofreciendo un trato, no una soga. Y si los árabes lo toman, es porque les conviene, no porque los estén obligando. Eso es libertad, no coerción.

4. Adiós al dogma israelí: alianzas sin ataduras

Por décadas, el conflicto israelí-palestino ha sido la excusa perfecta para que Estados Unidos no se mueva libremente en Oriente Medio. Trump ha dicho basta. Quiere a los árabes en el eje norteamericano, y no va a dejar que un problema ajeno lo frene. ¿Por qué debería Israel, con todo el respeto que merece como aliado, dictar la política americana en la región? Cada país debe perseguir sus intereses, y si los árabes quieren invertir y aliarse con Estados Unidos, que lo hagan. Esto no significa abandonar a Israel, sino reconocer que el mundo es más grande que un solo conflicto.

Los zurdos de todo el mundo, incluyendo los nuestros, no tienen problemas en ir a Pekín a rendir pleitesía

Los críticos gritarán traición, pero otros vemos claridad: pragmatismo por encima de dogmas ideológicos. No hace falta repetir que no son democracias. Tampoco lo es China. Los zurdos de todo el mundo, incluyendo los nuestros, no tienen problemas en ir a Pekín a rendir pleitesía.

Las demandas árabes: el otro lado del trato

Ahora, los árabes no son tontos. Han puesto sus condiciones, y también han puesto su lista de demandas en la ecuación.

Reconocimiento del nuevo régimen sirio: Sí, al-Sharaa es un yihadista duro de tragar, pero la pregunta es simple: ¿queremos seguir gastando sangre y dinero en derrocar gobiernos, o dejamos que las regiones resuelvan sus líos? Si los árabes y los turcos quieren legitimar a Siria para estabilizar la región, que lo hagan. Basta de cruzadas democráticas. Si logra estabilizar Siria y, en el proceso, aislar aun más a Teherán y a sus hordas de Hezbolá, bienvenido sea. El riesgo claro aquí es para Israel, pero parece que Trump, no visitando Jerusalén en esta ocasión, ha decidido desligar su relación con los árabes de su defensa de Israel.

Chips de IA sin restricciones: Los árabes sueñan con ser un hub de inteligencia artificial, y para eso necesitan los mejores chips. Biden puso trabas por «seguridad nacional», con pánico de que los chips acabaran en manos chinas. Pero Trump está dispuesto a levantarlas.

Combinado con la creciente dependencia de los árabes de la tecnología militar norteamericana, es un win-win. Además, casi todos los proyectos están tomando la forma de joint ventures con mastodontes americanos tecnológicos, con lo cual el riesgo de la re-exportación de la tecnología a China es muy limitada.

Las monarquías árabes, de facto, se han convertido en el segundo centro mundial de desarrollo de la inteligencia artificial

Este ha sido un claro éxito de la visión de David Saks, el zar americano de IA. Además, es un asalto directo a las aspiraciones europeas, dado que la exportación de más de 500.000 chips anuales de Nvidia a la región (Musk, con XIA solo tiene un parque de 200,000), así como las necesidades energéticas de estos clúster, con los que Europa no puede competir, convierten a las monarquías árabes, de facto, en el segundo centro mundial de desarrollo de la inteligencia artificial.

Paz con Teherán: La rivalidad entre árabes sunitas y el Irán chiita ha sido un polvorín por años. Los árabes quieren una entente, y Trump parece dispuesto a facilitarla. Todas las señales indican que Trump está dispuesto a firmar un acuerdo de mínimos con Irán que, sin lograr la destrucción del programa nuclear iraní, mejore en algo la supervisión occidental del programa y limite el enriquecimiento de uranio, que tiene a Teherán a meses de lograr una bomba nuclear.

Riegos: muchos pero calculados

El principal riesgo de la nueva política norteamericana en la región es el reconocimiento del régimen sirio. Si sale bien, puede generar una estabilidad a la región que no ha conocido en años, al tiempo que aislar a Teherán de sus anillos de fuego de Hezbolá y Hamás. Pero no está nada claro que al-Sharaa vaya a ser moderado en su trato de los kurdos, los cristianos o los drusos. Por los menos, si no lo fuere, ya sabe cuales son las consecuencias.

Otro riesgo es que la tecnología americana acabe en manos chinas a través de empresas de la península arábica. Este riesgo es menor, dada la estructura de las joint ventures anunciadas. Pero sobre todo, es un riesgo que ya existía, como demostró la aparición de Deep Seek hace pocos meses. Los beneficios potenciales son significativamente mayores que los riesgos.

El acercamiento a Irán y el reconocimiento de Siria podría alienar a Israel, que ya ha demostrado su disposición a actuar unilateralmente. Un ataque israelí contra instalaciones nucleares iraníes podría desencadenar un conflicto regional, frustrando los esfuerzos de estabilización. Trump deberá manejar esta relación con cuidado, equilibrando su pragmatismo con el compromiso hacia un aliado histórico.

Conclusión

En cierto modo, la visita de Trump ha sido un golpe maestro. Tres billones en inversiones, el potencial de empezar a crear una región más estable, China en jaque en oriente medio y alianzas reforzadas, todo sin disparar un solo tiro. Los detractores seguirán gruñendo, diciendo que es un bruto, un oportunista o lo que sea. Por mí, que sigan hablando del «avioncito». Pero los números no mienten, y los hechos están ahí. Prensa europea, sigan con su lloriqueo. Mientras ustedes despotrican, Trump está trayendo inversión a EE.UU. y visos de estabilidad para la región. Y desde mi perspectiva, solo puedo decir: bien jugado.

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