Fundado en 1910
dietrich mateschitz

AFP

Dietrich Mateschitz (1944-2022)

El magnate de los toros

Cofundador y alma de Red Bull, su osadía inicial le convirtió en un magnate de las bebidas y del deporte

Dietrich Mateschitz
Nació el 20 de mayo de 1944 en Sankt Marein im Mürztal (Austria) y falleció el 22 de octubre de 2022 en Fuschl am See (Austria).

Dietrich Mateschitz

Sus padres eran maestros de escuela. Educado en su localidad natal, se licenció en marketing en la Universidad de Economía y Empresa de Viena en 1972. Primero trabajó en Unilever antes de pasar a Blendax, una empresa alemana de cosméticos que más tarde compró Procter & Gamble.

La idea de fundar Red Bull se le ocurrió a Dietrich Mateschitz durante un viaja a Tailandia en 1982, cuando le dieron a probar una bebida local que contenía una alta dosis de cafeína y le ayudó a llevar el jet lag. El impacto que le causó fue de tal magnitud que dos años después dejó un cómodo puesto en una multinacional cosmética, lanzándose de lleno en la aventura de lo que aún no era Red Bull.

El primer paso consistió en llegar a un acuerdo con Chaleo Yoovidhya, magnate tailandés de las bebidas: cada uno invirtió 500.000 dólares por una participación del 49 %, y el 2 % restante fue para el hijo de Yoovidhya. De esa manera los tailandeses se convirtieron en accionistas mayoritarios –lo siguen siendo–, pero con la condición de que la gestión corriera a cargo de Mateschitz.

Después –segundo paso–, el austriaco dedicó tres años a la perfección del producto. Su principal aportación fue un plus de efervescencia. Posteriormente, ideó el logotipo de dos toros rojos embistiéndose y el eslogan, hoy legendario, «Red Bull te da alas». Completó el círculo presentando el producto en Austria en 1987, obviando unos estudios de mercado poco alentadores. «Cuando empezamos, nos dijeron que no había mercado para Red Bull», declaró en 2005, con motivo de una de sus escasas entrevistas. «Pero Red Bull lo creará. Y esto es lo que finalmente se hizo realidad».

Esa realidad fue su principal acierto. Mateschitz prolongó la osadía prescindiendo de las técnicas publicitarias habituales: en su lugar, encomendó la difusión de la marca a estudiantes de marketing que iniciaron la ardua tarea en bares y universidades. El efecto «bola de nieve» funcionó plenamente. Así fue como Red Bull alcanzó el estatus de bebida de moda en la segunda mitad de los noventa.

Esa irreversible consolidación internacional de la marca permitió superar escollos como su prohibición inicial en países europeos como Dinamarca o Francia –alarmados por la cafeína– y promover un marketing de gran calado en el universo deportivo. En la Fórmula 1, por supuesto –ahí están los triunfos de Max Verstappen, los deportes extremos y el fútbol, comprando sendos equipos en Austria y Alemania. Al de Salzburgo no le costó rebautizarlo Red Bull Salzburgo, pero la legislación alemana le impedía asociar el nombre de la marca al del equipo; de ahí que se decantara por las iniciales: RB Leipzig, rival del Real Madrid en la presente edición de la Liga de Campeones.

El resultado final de la aventura para Mateschitz fue una fortuna personal cifrada en miles de millones de dólares y unas opiniones políticas muy incorrectas con sesgo conservador. Baste decir que en 2015 arremetió duramente contra la política de acogida masiva de refugiados impulsada por Alemania.

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