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25 de abril de 2024

viktor fainberg

Viktor FainbergAFP

Viktor Fainberg (1931-2023)

Cuando el comunismo se ensaña por la vía psiquiátrica

Pasó seis años internado y con tratamientos forzosos, con la cabeza en perfecto estado, debido a su participación en una manifestación al lado de la Plaza Roja

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Nació el 26 de noviembre de 1931 en Járkov y falleció el 2 de enero de 2023 en París

Viktor Isaakovitch Fainberg

Víctima de la soterrada campaña antisemita desatada por Stalin a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, encontró cierta tranquilidad como guía de museo hasta que su compromiso por la libertad le valió una implacable persecución durante seis años, convirtiéndose en uno de los disidentes soviéticos de referencia.

El 25 de agosto tuvo lugar en los aledaños de la Plaza Roja de Moscú un acto tan insólito como valiente: siete ciudadanos se congregaron para protestar por la sangrienta invasión soviética de Checoslavaquia, acaecida cinco días antes. Entre ellos estaba Viktor Fainberg, un doctor en Filología inglesa que se ganaba la vida como guía del Palacio Imperial de Pavlovsk. Desde allí se desplazó a la capital, más de 700 kilómetros recorrió, para protestar por una acción militar que le parecía criminal. Junto a sus compañeros gritó eslóganes como «Para vuestra libertad y la nuestra» o «Libertad para Dubcek».
El ejercicio democrático duró apenas cinco minutos, los que tardaron los agentes de seguridad en disolver la concentración. Todos los participantes, salvo una, fueron arrestados. En el caso de Fainberg, el inicio de una privación de libertad que se prolongaría seis años más se saldó con la pérdida de cuatro dientes y su camisa ensangrentada.
Lo que padeció a continuación fueron actos típicos de la represión soviética de aquellos años, en la que se buscaba más la demolición psicológica del disidente que su desaparición física. Bien lo comprobaron Andreí Sajarov o Aleksandr Soljenitsyn. Fainberg, por su parte, fue directamente trasladado desde las dependencias policiales a un hospital psiquiátrico. Oficialmente, porque su estado físico y mental no le permitía comparecer ante un tribunal. Sin embargo, el primer informe no detectó ninguna anomalía en el cerebro de Fainberg.
La nitidez de las conclusiones de los médicos no fueron óbice para que las autoridades se ensañaran con él por partida triple. Empezaron decretando –según otra técnica represiva practicada desde la época de Jruschov– que padecía esquizofrenia. Más adelante, fue ingresado en otro hospital psiquiátrico, esta vez de Leningrado, en condiciones aún más severas, que le incitaron a optar por una huelga de hambre de 81 días, en 1971. Uno de los tratamientos forzosos a los que fue sometido fue una inyección reiterada de clorpromazina, pese a sufrir hipertiroidismo, que constituía una inexcusable contraindicación somática.
Por último, llegó el ataque personal: sus carceleros le atribuyeron un inexistente romance con la psiquiatra Marina Voijanskaya –otra futura luchadora por la democracia–, que le estaba ayudando a salir del hospital, al igual que hacía con otros disidentes. Fainberg terminó siendo liberado en 1974, emigrando primero a Israel y después a Francia, donde se afincó definitivamente. Allí, además de apoyar diversas iniciativas por las libertades, impulsó la conocida como «Campaña contra los abusos psiquiátricos».
Unos abusos que ya había experimentado siendo adolescente, en plena campaña antisemita de 1948-1952. El acoso sufrido entonces le obligó a recurrir por primera vez a un especialista. No imaginaba por aquel entonces que distaba mucho de ser la última.
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