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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Ya está bien, dimisión ya

Incompetencia, escaqueo, corrupción, mentiras… ¿qué más tiene que pasar para que caiga este pésimo presidente?

Actualizada 16:35

Red Eléctrica es una compañía semipública cuyo primer accionista es el Estado. Su misión es garantizar el correcto funcionamiento del suministro eléctrico. Desde 2020 la preside Beatriz Corredor, exministra de Zapatero. Antes de ella estuvo al frente otro exministro zapateril, Jordi Sevilla, que perdió su goloso cargo en Red Eléctrica por una disputa con la eco-talibana Teresa Ribera (que ahora se solaza en Bruselas pese a su lamentable papel ante la dana y lo mucho que tienen que ver sus obsesiones renovables con este apagón).

Corredor, de 56 años, es abogada y registradora de la propiedad. Sevilla, economista. Ninguno es ingeniero. Ambos carecían de la especialización requerida para la compleja materia eléctrica. Da igual. Eran del PSOE. Había que regalarles un buen chollo tras echarlos del Gobierno. ¿Y qué mejor que presidir Red Eléctrica, con un sueldo de 540.000 euros anuales?

Antes de convertirse en la responsable última de la seguridad del vital servicio eléctrico, Corredor había presidido la Fundación Pablo Iglesias del PSOE, cargo en el que la sucedió otro coloso del socialismo. Su apellido les sonará, un tal Tezanos.

Aquí todo queda en casa, en el CMAP (Club de Mutua Ayuda PSOE). Beatriz Corredor y Sánchez fueron concejales socialistas en Madrid en la misma etapa. Se llevan bien. Ambos habían negado de la manera más contundente la posibilidad de un apagón en España. Emplearon para ello idénticos argumentos. Los dos tacharon reiteradamente de «bulos» las advertencias sobre que podía suceder el gran fundido a negro. Y sucedió, por supuesto, porque sufrimos al Gobierno más mentiroso del orbe.

No me voy a tirar el pisto de ir de experto en electricidad, como tanto tertuliano reconvertido en ingeniero súbito. No tengo ni flores. Pero observo que todos los especialistas vienen a decir más o menos lo mismo: el cambio de modelo en la generación de electricidad en España para implantar el enfático credo verde del Gobierno ha aumentado los riesgos del sistema, que las plantas de energía tradicionales (nuclear, carbón, hidráulica) ayudaban a estabilizar.

Hechos: el 28 de abril de 2025, a las doce y media de la mañana, sucedió lo que Corredor y Sánchez tachaban de «bulo que jamás ocurrirá». España y Portugal se quedaron sin luz durante más de diez horas, una situación que asociaríamos a Cuba o Haití, pero nunca a la puntera península ibérica.

Red Eléctrica ha reconocido que no ha existido ataque alguno y alude a un problema suscitado con la energía solar, aunque no ha detallado más. ¿Y Sánchez? Pues ha dado un recital de sanchismo. Su primer reflejo es siempre crear un enemigo tras el que parapetarse. El segundo, mentir y escaquearse. En la covid, el enemigo elegido fue la Comunidad de Madrid y la cortina de humo era el Rey Juan Carlos. En la dana, el enemigo fue Mazón. ¿Y ahora? Pues Sánchez señala a «los operadores privados» y se inventa la habitual jerga orwelliana, la realidad paralela del Gran Hermano. El apagón pasa a llamarlo «la crisis de electricidad». Tratándonos una vez más como imbéciles nos regala perlas como esta: «Nuestro sistema ha demostrado en estas 24 horas una gran capacidad de recuperación y que es uno de los más avanzados del mundo». Es decir, un apagón tercermundista casi nos lo vende como un éxito.

¿Qué ha pasado realmente?

1.-La seguridad del sistema, que en última instancia depende del Gobierno, evidentemente ha fallado, pues de lo contrario no habría habido apagón. Algo se ha hecho mal. Ha faltado prevención, o inversión, o un modelo adecuado. O las tres cosas.

2.-Sánchez, un palizas televisivo vocacional, tardó esta vez seis horas y media en aparecer cuando el país estaba angustiado, perplejo, ávido de explicaciones (que sí ofrecía el Ejecutivo portugués a sus ciudadanos). No tenía excusa. Esta vez no sabía que decir.

3.-La preocupación de Sánchez no era tanto cómo arreglar el problema como «a ver qué relato me invento para salir ileso». A estas alturas está comprobado que le interesa más su ombligo que el bienestar de los españoles.

4.-Con el país sumido en una situación de novela distópica, se ha negado una vez más a declarar la emergencia nacional y tomar las riendas de la crisis. Aunque esta vez le salió el tiro por la culata, porque ocho comunidades del PP tuvieron la viveza de demandar que tomase el mando para evitar lo que le pasó al Gobierno valenciano ante la dana.

5.-En contra de lo dicho por la propia Red Eléctrica, que ha negado taxativamente esa posibilidad, Sánchez ha dejado abierta la hipótesis de un ciberataque, pues le vendría bien para eludir su responsabilidad.

Un recital de incompetencia y escaqueo ante una crisis con cinco muertos, 35.000 personas atrapadas en los trenes, vecinos que no podían llegar a su casa, ancianos angustiados, pérdidas multimillonarias… Un alarde de amateurismo que se une el hecho de que este presidente tiene a su hermano procesado por un caso de nepotismo creado por él, a su mujer cuádruplemente imputada, a su fiscal en el banquillo y al hombre fuerte de su Gobierno, el tipo con el que tomó el poder, encausado por comisionista y por comprar favores sexuales profesionales a cargo del erario público. Además, ni siquiera ganó las elecciones y lleva dos años sin presupuestos y rehén de los separatistas.

Esto es insoportable. Y causa asombro –o decepción– no haber visto ayer al líder de la oposición haciendo una declaración institucional a los españoles para exigir en los términos más enérgicos la dimisión de este simulacro de presidente y elecciones inmediatas.

Copio como colofón dos mensajes de simpatizantes del PP que ayer recibí en mi guasap, gente preparada, de buen conocimiento: «¿No crees que si después de todo esto no cae Sánchez el PP tiene un problema y este país quizá no tiene arreglo?». «Yo no sé a qué carajo espera el PP para pedir la dimisión del Gobierno en pleno y negarse a toda relación con ellos. Parecen hermanitas de la caridad».

Sánchez, dimisión ya. Deberíamos pedirlo en las calles con todas nuestras fuerzas. ¿O es que en España ya vale todo?

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