El PSOE y Supertramp
Viéndolos en el negacionismo absoluto de todo el tomate que tienen encima te viene a la cabeza el título y la portada de aquel viejo disco: '¿Crisis? ¿Qué crisis?'
Nos hemos vuelto a acordar de Supertramp ante la muerte en Nueva York de uno de sus fundadores, el inglés Rick Davies, con 81 años y por un cáncer de piel. Supertramp, al igual que los magníficos Bee Gees o los Dire Straits, forman parte de esas bandas que los anglosajones etiquetan bajo la expresión de «placer culpable». En realidad le encantan a todo el mundo, pero no son considerados como algo chic –o cool, que dicen ahora los pedantuelos–, una categoría que sí poseen coñazos como Radiohead.
No suelo escuchar demasiado a Supertramp, pero siempre me han agradado. Todavía recuerdo con cariño lo muy de moda que estaba en mi clase su triunfal disco Breakfast in America, LP que algún compañero llevaba al cole bajo el brazo como si portase un tesoro y que vendió 30 millones de copias. Antes, en 1975, habían lanzado un álbum bastante fallido, grabado con demasiadas prisas en Estados Unidos y que se titulaba ¿Crisis? ¿Qué crisis? Lo mejor de aquel disco era su impactante portada: un hombre en bañador disfrutaba tumbado en una silla de playa y a la sombra de una colorida sombrilla, pero el paisaje que lo circundaba era una desoladora estampa industrial tiznada de humo negro. El contraste resultaba llamativo. Una metáfora gráfica perfecta de la negación de la realidad. Un cuadro del sanchismo comatoso.
Aunque el Sánchez juvenil era más bien del rollito horterilla break-dance de su momento, imagino que por edad también escucharía de chaval a Supertramp. Desde luego está aplicando la máxima del Crisis? What crisis? El PSOE ha elegido el negacionismo absoluto como la vía de defensa ante su cascada de lixiviados:
–La mujer del presidente sentada en el banquillo como quíntuple imputada y reconociendo que utilizó a una funcionaria de la Moncloa para sus negocietes particulares (aunque solo un poquito, eh, señoría). ¿Crisis? ¿Qué crisis? Para el régimen Begoña es perfectamente inocente y estamos ante una cacería organizada por un juez y unos medios fascistas.
–El fiscal general del Estado sentado en el banquillo, con riesgo de que le caigan seis años de trena y bajo una fuerte fianza, como si fuese un chori que puede darse el piro cualquier instante. ¿Crisis? ¿Qué crisis? Para el régimen García Ortiz es perfectamente «inocente» y no hay más que hablar, pues así lo ha establecido el que ordena y manda. El que sostenga lo contrario queda etiquetado como «ultra».
–El hermano músico de aire un poco friki, en el banquillo por un dedazo enchufístico del hoy presidente. Tampoco hay cado. Nada de nada. Otra cacería infame de «la derecha y la ultraderecha».
–Va de mega feministas. Pero ha recibido a título personal beneficios de un negocio familiar de prostitución, contaba en el PSOE con colaboradores íntimos que elegían a las mujeres y se las repartían como si fuesen ganado, liberó por pura torpeza legislativa a casi mil violadores, ha ofendido a las mujeres con unas delirantes leyes «de género», por las que un barbado Manolo puede pasar a ser una Loli tan solo con declararlo en un registro... Es decir, un hipócrita de manual en relación a las mujeres. Pero no pasa nada. A feminista a Pedro no le gana nadie.
–Debilidad total en el Parlamento, con sonoras derrotas encadenadas. Tampoco pasa nada. «Agotaremos la legislatura haya o no presupuestos». Lo importante no es hacer, sino estar, okupar el poder.
–Los trenes y las carreteras, hechos una mierda por falta de mantenimiento del Estado. Naaa. Zarandajas. El «Gobierno dela coalición de progreso» no está para semejantes menudencias. El Gobierno está para apoyar a la milicia terrorista y fundamentalista Hamás, para insultar a los hombres con campañas tontolabas del Ministerio de Igualdad y para regular la temperatura del planeta desde un país de 48 millones de vecinos.
Los amables hippies de Supertramp tenían también una canción titulada La obertura de los locos. Serviría como banda sonora del momento político. En fin, a ver si podemos silbar pronto el Goodbye stranger y damos capotazo a este accidente psicológico de la historia, este Crime of the century.