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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El Pilar

Hoy desfilarán ante su Jefe Supremo, el Rey. Y propongo un año más que el Rey rinda homenaje a la Guardia Civil el día del Pilar, uniformado de Capitán General de la Benemérita. ¿Por qué los Reyes huyen de esa imagen, limpia y comprometida?

Hoy es el día que celebran todos los buenos españoles. El Día del Pilar, del Pilar de España. Para los que fuimos pilaristas se abre un dibujo en nuestras memorias recordando, principalmente, a los compañeros fallecidos, que ya son más que los supervivientes. A pocos metros, Castelló arriba, el vendedor de caramelos 'Saci', bolas de anís y tabaco. A los mayores les despachaba preservativos, que yo ignoraba de qué se trataba, si una droga o cualquier otra ocurrencia de la humanidad. Vuelta solitaria a casa. Y a las 12 en punto, todos los alumnos formados en el patio central presidido por la bandera, y abarrotados de antiguos alumnos los ventanales del edificio, tan querido, tan añorado y tan feo.

La Virgen del Pilar no se la hemos expropiado los españoles a los aragoneses, y menos aún a la Guardia Civil, tan desnutrida desde que Marlaska es el que manda. Por fin, creo, les han reconocido a los agentes más leales –no olvido a los buenos policías–, la condición de riesgo máximo. En las Vascongadas les dicen «perros» (chacurras, y en el nuevo idioma txakurras) y están enterrados, desde que fundara el Duque de Ahumada la Institución, decenas de miles de guardias civiles que cumplieron con su honor.

Hoy desfilarán ante su Jefe Supremo, el Rey. Y propongo un año más que el Rey rinda homenaje a la Guardia Civil el día del Pilar, uniformado de Capitán General de la Benemérita. ¿Por qué los Reyes huyen de esa imagen, limpia y comprometida? ¿Quiénes no cuentan las horas bajo el plomo o el hielo para proteger al Rey? Ahí tienen la prueba de la fidelidad sin límites. Un teniente coronel de la Guardia Civil, un guardia civil como la copa de un pino, bastón y siempre discreto servidor, conocido familiarmente por 'Mochi', lleva cinco años a su servicio, sin moverse apenas para visitar a su familia en Madrid, como el Rey Padre, pero sin trabas, malas caras femeninas y dificultades.

Ni la Segunda República se atrevió a desmantelar –como ahora– a la Guardia Civil. Los desmantelados serían ellos. «La Verdad os hará libres», y lo escribe un alumno que, en segundo de bachillerato, en aquel colegio libre, leyó por vez primera a Lorca, Alberti, Neruda, Prados y Altolaguirre, los «del Veintisiete prohibidos». Fuimos libres. Y hoy cantar para mí nuestro himno me lleva más a la emoción que a la calidad musical.

Miro los ventanales y están vacíos de alumnos y marianistas.

Los paisajes humanos se han borrado. Y es el santo de mi mujer. Con ella me quedan España, la Virgen del Pilar y mi bandera.

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