Reflexiones de un ciudadano ante el septenio sanchista
Es un primer ministro que desearía ocupar la Jefatura del Estado. En contra de la CE, gobierna sin presupuesto. Por la Legislación aprobada y las medidas implementadas, es el presidente que más daño ha hecho –y está haciendo– a la calidad del sistema político
1.- Los disparates adoptados por el ‘Frankenstein’ gubernamental, que desordena la política interior y exterior de España desde 2018, provocan hartazgo y enervan el temperamento del español más templado. Pues bien, cuánto no sufrirá hoy –ante la anormalidad democrática del sanchismo– un jurista de lo público, un esperanzado individuo que vivió la Transición, y, en la medida de sus limitadas fuerzas (empero con ilusión), alentó el histórico cambio político para que una Constitución consensuada (la segunda en la Historia de España y la primera que se sometió al voto del pueblo) alumbrara un Estado democrático de derecho. Hago hincapié en el significado de cada uno de estos últimos términos, los que nuestro Gran Timonel atropella constantemente.
2.- El primer round de extremismo izquierdista lo representó el radical Rodríguez Zapatero, y significó la resucitación de un resabiado republicanismo guerracivilista que atizó –imperdonablemente– los viejos rescoldos de una sociedad que, tras cuatro décadas sin libertades, venía viviendo bajo el sistema democrático, equilibrado y avanzado, de la Constitución de 1978.
Con Zapatero se inició, pues, el cuestionamiento de la Transición y el regreso a una pretendida legitimidad proveniente de los atormentados comicios fraudulentos de febrero de 1936. Su legislación de la memoria histórica (2007) así lo certifica.
3.- El segundo round supone varias vueltas de tuerca del maximalismo político izquierdista mediante una quimérica mayoría parlamentaria ‘Frankenstein’. Lo encarna un supuesto socialista de borrosas coordenadas ideológicas: Pedro Sánchez. Del socialismo al populismo podemita. Pedro se ha propuesto descomponer la institucionalidad pública de nuestro país. Este exaltado gobernante da volantazos a conveniencia. Su máximo propósito es dirigir un hinchado Consejo de Ministros integrado, comúnmente, por individuos de probada incompetencia e inutilidad, atributos nocivos para la prosperidad del país.
Los inmotivados volantazos de nuestro presidente descabalan tanto la política doméstica como la posición internacional de España, algo muy grave, sin duda. Es así que, con sorpresa, y sin justificación de nuestro primer ministro, aparecemos hoy alejados de USA, rácanos con la OTAN, marginados en la Unión Europea y, en cambio, iniciando un aventurado idilio con la China comunista y entablando camaradería con los peores regímenes de algunas de nuestras queridas y descarriadas repúblicas hispanoamericanas, aquellas que nos despidieron tristemente con una patada en el trasero y hoy todavía nos tildan de esquilmadores colonialistas.
4.- Asombra que un presidente, que no conoció el régimen del general Franco –y que ha desarrollado toda su carrera política en democracia– destile tanta aversión al pluralismo, a la alternancia. Ni siquiera guarda coherencia con el PSOE de la Transición. Aunque éste fue uno de los actores determinantes de la Guerra Civil, sin embargo, tras el paréntesis franquista, ayudó a fabricar un consenso para la implantación del Estado democrático de derecho. En cambio, Sánchez –tercer presidente socialista desde la aprobación de la Constitución de 1978 (CE)– supone una quiebra de los valores superiores de la democracia y los principios del Estado de derecho: su investidura y el Gobierno de España los logró con aquellos que, rememorando el juramento de Aníbal, están confabulados en la destrucción de la nación española, la Monarquía parlamentaria y la unidad del Estado.
Como eje central de su programa político, impacta su discurso-proyecto de levantar un muro ideológico entre españoles. De nuevo, las dos Españas. Con atrevimiento proclama que, llegado el caso –pues no dispone de mayoría estable– gobernará sin el Parlamento (¿qué democracia es esta?). Despliega un sectarismo atroz. Ello le conduce a arrinconar, dividir y fragmentar a la oposición democrática, a la que detesta hasta la náusea. Presidente de ideología militante, se distancia de la concordia y de la amistad civil. Por ello el pueblo le detesta e impide pisar la calle.
5.- Es un primer ministro que desearía ocupar la Jefatura del Estado. En contra de la CE, gobierna sin presupuesto. Por la Legislación aprobada y las medidas implementadas, es el presidente que más daño ha hecho –y está haciendo– a la calidad del sistema político. Él y sus ministros, carentes de hábitos democráticos, actúan de espaldas al Estado de derecho. Desde el concepto de democracia Sánchez acusa una perceptible condición natural autocrática, cesarista. Sería feliz sin oposición, sin control del Gobierno. Por eso no rinde cuentas y sus decisiones políticas carecen de transparencia. Las impone sin explicación ni justificación.
6.- En la tarea gubernamental se conduce como un político sin valores, sin límites morales, sin ética pública. Falta a la verdad constantemente. Se le sorprende en permanente contradicción con anteriores afirmaciones suyas. Uno de sus mayores yerros es querer colonizar las instituciones, los otros poderes del Estado, como las Cortes y el Poder Judicial. Y lo más temible: quiere seguir. Presidente forever. ¡Dios mío!
José Torné-Dombidau y Jiménez es presidente del Foro para la Concordia Civil