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20 de abril de 2024

Terraza al VaticanoAntonio Olivié

La herencia de Juan Pablo II en el encuentro de Biden y Francisco

Juan Pablo II tuvo ocasión de mantener encuentros con cinco presidentes norteamericanos distintos, en quince ocasiones. El primero fue Jimmy Carter, en 1979, en la primera visita papal a la Casa Blanca de la historia

Actualizada 12:05

El hecho de que en un mismo fin de semana, el Papa Francisco haya recibido en el Vaticano a los presidentes de Corea, EEUU e India no es anecdótico. Es fruto de un trabajo de años, especialmente intenso durante la época de Juan Pablo II, para consolidar la autoridad de la Santa Sede en la escena internacional. Fue con el Papa polaco con quien, por primera vez en la historia, se establecieron relaciones diplomáticas oficiales entre EEUU y el Vaticano, en 1984. Hace apenas 37 años.
Para quienes han nacido en el último cuarto del siglo XX la afinidad y cercanía entre la primera potencia del mundo y el Vaticano es evidente. Da la sensación de que siempre ha sido así. Y no es verdad. La hostilidad entre la mayoría de la población de Norteamerica y los católicos ha sido una constante desde la fundación de los Estados Unidos de América hasta finales del siglo pasado. De hecho, hay que recordar las dificultades de John F. Kennedy como primer presidente católico, para hacerse con el cargo y mantener su fe.
Juan Pablo II tuvo ocasión de mantener encuentros con cinco presidentes norteamericanos distintos, en quince ocasiones. El primero fue Jimmy Carter, en 1979, en la primera visita papal a la Casa Blanca de la historia. Pero al que más trató, y con quien consiguió desbloquear las relaciones entre los dos Estados, fue con Ronald Reagan. La sintonía entre ambos líderes les llevó de la mano en la estrategia anti comunista que terminaría con la caída del Muro de Berlín y el fin de las dictaduras comunistas en la Europa del Este a partir de 1989.
Para calibrar la relevancia diplomática del Vaticano durante el pontificado de Juan Pablo II vale la pena recordar que entre 1979 y 2004 se cerraron acuerdos bilaterales con 36 Estados. Gran parte de estos nuevos aliados eran países de la órbita de la Unión Soviética, que fueron poco a poco integrándose en las instituciones internacionales.
Entre los acuerdos alcanzados en la época de Juan Pablo II cabe destacar el que se cerró con el Estado de Israel en el año 1993. Un tratado complejo, no exento de críticas, que no impidió que la Santa Sede cerrase años después otro acuerdo con la Autoridad Palestina, en el año 2000.
Los viajes a 136 países de Juan Pablo II fueron clave para afianzar las relaciones internacionales de la Santa Sede. El hecho de que México y Polonia fueran sus primeros destinos demuestra su foco en la libertad religiosa. En ambos países, con mayoría aplastante de católicos, había restricciones a la actividad de la Iglesia que, poco a poco, se fueron diluyendo.
La eficacia de la diplomacia Vaticana, en muchas ocasiones no se aprecia en el corto plazo. No es una mera foto, una declaración de intenciones. Hay que entender que detrás de las fotos de este fin de semana con el presidente de la India hay muchas horas de trabajo de los nuncios y embajadores para garantizar el respeto a los católicos en el país asiático y reducir la persecución. El mero hecho de que su presidente se encuentre con el Papa ayudará a rebajar la tensión, aunque será una tarea de meses o años.
En cuanto a las conversaciones con Joe Biden, el líder de la primera potencia mundial, no solo pueden ayudar a dar un enfoque más cristiano a sus políticas. Un efecto claro de la entrevista de más de una hora con el Papa es el refuerzo del Vaticano como autoridad moral internacional. Hay un respeto hacia las opiniones del Papa y del Vaticano que no podemos dar por supuesto, como si fuera lo normal. Porque la realidad es que hace más de cuarenta años la voz de los pontífices no alcanzaba la relevancia que tiene hoy día.
En toda esta actividad diplomática hay que destacar el papel que tienen hoy día el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, y el representante para las relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher. El trabajo silencioso, de respaldar al Papa Francisco a la hora de construir puentes, ayuda a resolver y prevenir problemas. 
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