Elvis Presley vestido de uniforme durante su servicio militar
La canción que Elvis inmortalizó… pero que antes otro artista convirtió en un éxito mundial
Ninguno era tan especial como el prodigio de Memphis, aunque el grupo heterogéneo que iba por ahí, apretujados los unos a los otros en los coches, era una verdadera conjunción planetaria y no la de Zapatero y Obama que dijo la lejana Leire Pajín
Siempre ha sido Elvis. Desde el principio. Nadie hizo nunca sombra al «Rey». Ni siquiera o sobre todo desde el principio, cuando una constelación de estrellas en el útero musical y povoriento de América recorrían los pueblos de Estados Unidos en los 50 apretujados y felices. Allí estaban, además de Elvis, Johnny Cash, Jerry Lee Lewis, Buddy Holly o Roy Orbison.
Ninguno era tan especial como el prodigio de Memphis, aunque el grupo heterogéneo que iba por ahí, apretujados los unos a los otros en los coches por carreteras de tierra, era una verdadera conjunción planetaria y no la de Zapatero y Obama que dijo la lejana Leire Pajín.
Johnny Cash causaba sensación. Jerry Lee volvía tan loco al público como él mismo, pero Elvis lo atrapaba desde dentro y se lo metía en el bolsillo, primero, y luego se lo pasaba como si estuviera dentro del habitáculo de una montaña rusa cuyo carril era su cuerpo en movimiento. Un movimiento nunca visto. Elvis era el mejor y eclipsó a sus compañeros sin quererlo.
Pero uno de ellos no fue oscurecido. Una rareza absoluta, aunque solo fuera una vez. Cuando Elvis despegó hacia la luna en 1956, su compañía de discos le obligó a grabar su primer lanzamiento con versiones, tal y como era la costumbre de la época. Carl Perkins era otro de aquellos genios que recorrieron el sur junto a él.
Era un artista a medio camino entre el country y el rockabilly, como casi todos. Era el germen del rock que bullía en aquellos tiempos haciendo un ruido ensordecedor y causando temblores íntimos e invisibles, como cuando los animales se ponen nerviosos avisando de un terremoto.
Blue Suede Shoes fue el tema universal que Perkins, amigo de Elvis, compuso el 19 de diciembre de 1955 (este viernes cumple siete décadas) y grabó una año después para convertirlo en número uno de las listas. Blue Suede Shoes fue una de las canciones elegidas por la compañía de Elvis para su debut discográfico.
En el 56 Elvis ya había grabado la canción que en ese momento era número uno, así que pidió que se retrasara su lanzamiento como sencillo al menos hasta que la versión original de Perkins perdiera un poco de fuelle. Pero esta no lo perdió lo suficiente como para que la versión de Elvis superara a la de Carl.
Cuando el fenómeno apareció cantando el éxito de su amigo solo llegó al número 20, un «fracaso» impensable para el héroe de nuestro tiempo, como el título de la novela de Lérmontov, pero sin embargo, después de todo, el Blue Suede Shoes que quedó para la historia fue el de Elvis, la versión que todo el mundo recuerda, la canción sobre unos zapatos de ante azul que Roy Orbison le pidió a Perkins que escribiera y Elvis cantó para la eternidad (con permiso de su exitoso autor), como si todos aquellos talentos estuvieran musical y espiritualmente interconectados.