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03 de mayo de 2024

Aquilino Cayuela
Aquilino Cayuela

«Un viento del Este»: tratando de explicar a Xi Jinping

Xi como secretario general del PCCh se ha hecho con un poder ilimitado siguiendo el principio del «centralismo democrático» tomado de Lenin y Stalin

Actualizada 04:30

Imágenes del presidente chino Xi Jinping en el Museo del Partido Comunista de China en Pekín

Imágenes del presidente chino Xi Jinping en el Museo del Partido Comunista de China en PekínNoel Celis / AFP

Xi Jinping es aficionado a citar dos de las frases más célebres del Libro Rojo de Mao: Una es, «las opiniones que sobrestiman la fuerza del enemigo y subestiman la fuerza del pueblo son erróneas» y la segunda dice «hay dos vientos en el mundo de hoy, el viento del este y el viento del oeste». La voluntad de Xi es exactamente que «el viento del este prevalezca sobre el viento del oeste».
El presidente chino ha centralizado su autoridad en torno a la dirección del Partido Comunista Chino (PCCh) acabando con las facciones del partido, los grupos provinciales y los magnates empresariales que puedan interponerse en su camino.

Xi cree con firmeza en el autoritarismo como forma de gobierno y, como comunista convencido, desprecia la democracia

Es difícil descifrar, hasta qué punto coincide su propósito con las opiniones de la élite del PCCh y con el conjunto de la población. No cabe duda de que su preocupación por la corrupción y la laxitud de la gobernanza en China era compartida por muchos ciudadanos a principios de la década de 2010.
En ese tiempo el desprecio con el que los nuevos ricos chinos que trababan corruptelas con los funcionarios habían creado entre la población resentimiento y amargura. Por eso la imagen de Xi como un líder fuerte que castigaba la corrupción y humillaba a los altivos empresarios se hizo muy popular.
Más tarde Xi reaccionó de forma extremada frente a la pandemia de la COVID-19, algo que planteó dudas sobre sus intenciones. Xi estableció nuevos propósitos para su política interior sin ningún tipo de debate llegando a una ausencia total de pluralismo político en China y de democracia dentro del partido.
Xi como secretario general del PCCh se ha hecho con un poder ilimitado siguiendo el principio del «centralismo democrático» tomado de Lenin y Stalin, a través de Mao. Él es un gran conocedor del marxismo y sus formas. Esto se traduce que cuando se toma una decisión en el Comité Central del PCCh, pero en realidad una decisión tomada por Xi, los miembros del partido a todos los niveles tienen una sola tarea: obedecer las directrices y llevarlas a cabo.
Xi Jinping durante una visita al área forestal cerca de Mongolia

Xi Jinping durante una visita al área forestal cerca de MongoliaXinhua

Ahora, las instituciones del partido y las comisiones del Comité Central del PCCh tienen prioridad sobre las que representan al gobierno. Varios consejos de alto nivel sobre política económica, planificación y asuntos militares y estratégicos han pasado de servir al gobierno central de China, a trabajar casi exclusivamente para el Politburó del PCCh.

Círculo pequeño con poder concentrado

Además, la Comisión Militar Central, que dirige todas las fuerzas armadas de China, que siempre ha estado encabezada por el máximo dirigente del partido, ahora se denomina abiertamente 'Comisión Militar Central del Partido Comunista de China'.
También se ha incrementado el protagonismo de la Comisión Central de Seguridad Nacional (CNSC) del partido como respuesta a la intrincada madeja de instituciones gubernamentales.
Esta CNSC está presidida, por supuesto, por Xi, junto con el primer ministro Li Qiang y el presidente de la Asamblea Popular Nacional, Zhao Leji, como adjuntos. El cuarto dirigente del PCCh, Wang Huning, también es miembro y, según fuentes de Pekín. Este Wang comenzó como experto en asuntos exteriores y, según los analistas, es la persona más influyente después del propio Xi.
Bajo el mandato de Xi, los miembros del Politburó Wang Yi, Chen Wenqing y el general Zhang Youxia forman parte de la comisión en calidad de máximos responsables de asuntos exteriores, seguridad e inteligencia del Estado y asuntos militares, respectivamente. Es un círculo pequeño con un gran poder concentrado.
Xi, además, ha adoptado un concepto de seguridad nacional mucho más amplio que el de sus predecesores. La CNSC tiene grupos de trabajo sobre seguridad nuclear, ciberseguridad y bioseguridad. Pero también tiene subgrupos que establecen la política de seguridad interior y las amenazas terroristas. Cuentan con campos de concentración con dos denominaciones: de «seguridad ideológica» y de «seguridad de la identidad».

La «seguridad ideológica» afecta a lo que los dirigentes chinos consideran «revoluciones de colores» instigadas por Estados Unidos en otros países

La «seguridad de la identidad» es mucho más amplia. Incluye cómo construir una imagen patriótica y nacionalista del PCCh y cómo conseguir que los chinos equiparen las críticas al PCCh con críticas a la nación China.
Xi utiliza el concepto «nacional» en un sentido amplio. Al igual que ha utilizado su campaña anticorrupción, para controlar lo que otros líderes del partido dicen y hacen, incluso criticando veladamente a antiguos líderes reformistas, como Deng Xiaoping, por no hacer lo suficiente por la nación, por garantizar la seguridad de China y por no defender sus intereses. El mensaje está claro «sólo Xi puede vencer con garantías las amenazas a las que se enfrentan China y el PCCh».
Los líderes del partido ven las amenazas a la seguridad en todas partes y aunque creen que el futuro les pertenece (y precisamente por eso) temen la subversión interna. Por eso el estilo agresivo y de confrontación que representa el liderazgo de Xi se adapta perfectamente a este dilema.
Los analistas occidentales desconocen el calendario de Xi para sus objetivos ostensibles, como la absorción de Taiwán o la consecución de un claro dominio militar en Asia oriental y en el Pacífico occidental.
El proyecto de Xi alberga alcanzar su máxima extensión global como un «viento del Este» que prevalezca sobre la atmósfera enrarecida de Occidente.
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