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03 de mayo de 2024

Imagen de Tallín, capital de Estonia.

Imagen de Tallin, capital de Estonia.GTRES

Estonia se convierte en el primer país de Europa Oriental en aprobar el matrimonio homosexual

La incógnita a partir de ahora es saber si se trata de un caso aislado o si exportará la tendencia a otros países de su entorno

Desde el 1 de enero de 2024, las parejas del mismo sexo pueden casarse en Estonia.
Se trata del primer país de la antigua Unión Soviética y del decimoquinto Estado miembro de la Unión Europea que da semejante paso. Aprobado el pasado 20 de junio por el Riigikogu, el Parlamento estonio, por 55 votos a favor y 34 en contra.
En la práctica, las parejas del mismo sexo ya pueden registrar sus solicitudes de matrimonio por Internet. Según el diario británico The Guardian, las primeras solicitudes empezarán a tramitarse a partir del 2 de febrero y tardarán alrededor de 6 meses en ser admitidas.
El paso es sorprendente, teniendo en cuenta que la tendencia antropológica de los países de Europa Oriental difiera –empezando por Polonia y Hungría– de la de los países de Europa Occidental. Sin embargo, había signos anunciadores.
El principal se produjo hace casi diez años, en octubre de 2014, cuando la antigua región de la Unión Soviética ya se había convertido en la primera de ellas en aprobar el régimen de uniones civiles a las parejas del mismo sexo.
También ha influido el factor de la opinión pública: según una encuesta realizada el año pasado por el Centro de Derechos Humanos de Estonia, el 53 % de los estonios se declara partidario del matrimonio entre personas del mismo sexo. Hace una década, el apoyo era solo del 34 %.
La ley que recientemente ha entrado en vigor plasma, pues, una evolución de mentalidades que ha ido sedimentándose hasta en los más altos niveles del poder económico: la última edición del «Orgullo Báltico» en Tallinn –congregaba a activistas homosexuales no solo de Estonia, sino también de Letonia y Lituania– fue patrocinado por 16 de las mayores empresas del país, empezando por Telia, que lidera el sector nacional de telecomunicaciones.
El problema que se plantea a partir de ahora es si el precedente estonio quedará como un caso aislado o si, por el contrario, exportará la tendencia hacia el resto de países de Europa Oriental. Hay una ley pendiente de aprobación en el Parlamento checo y habrá que estar atentos a las iniciativas que tome el nuevo Gobierno polaco.
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