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¡Como Chacumbele!

Maduro claudicó ante la propuesta de intercambio de rehenes de Bukele porque se sabe acorralado y buscado por lo que es, un perpetrador de crímenes de lesa humanidad

Nicolás Maduro junto a Diosdado Cabello en actos por el aniversario de la muerte de Hugo Chávez

Nicolás Maduro junto a Diosdado Cabello en actos por el aniversario de la muerte de Hugo ChávezAFP

La dictadura de Nicolás Maduro ha vuelto a quedar convicta y confesa, confirmando su perverso y recurrente esquema de intercambio de rehenes. Hace apenas 95 días, Maduro renegaba públicamente de la propuesta formulada por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, desestimando cualquier negociación. Sin embargo, en un giro predecible, ha terminado rindiéndose a los pies del insultado mandatario salvadoreño, suscribiendo sumisamente el esquema de tráfico de personas, intercambiando a centenares de ciudadanos venezolanos deportados desde Estados Unidos a El Salvador por diez ciudadanos estadounidenses y una lista de presos políticos-escrita a su discreción-víctimas de su terrorismo de Estado.

Pudiéramos concluir, apelando a la historia del cubano José Ramón Chacón Vélez, conocido como Chacumbele, quien se suicidó por amor, que Maduro término también como él, pero no claudicando por amor, sino porque se sabe acorralado y buscado por lo que es, un perpetrador de crímenes de lesa humanidad. Este último episodio de la «diplomacia de rehenes» ha revelado una vez más la debilidad y desesperación del régimen. Es fundamental destacar varios puntos cruciales:

En primer lugar, Maduro ya no tiene rehenes que preocupan directamente a Estados Unidos. Esta situación deja a Washington con las manos libres para implementar sus políticas diplomáticas, ajenas a la siniestra dinámica de este aberrante mecanismo, que también instrumentaron para rescatar a sus narcosobrinos y a su consentido testaferro. La presión, extorsión y chantaje del régimen madurista para liberar a ciudadanos estadounidenses ha disminuido significativamente. Aunque no deja de ser una amenaza, y en ese sentido las autoridades estadounidenses han lanzado públicamente un alerta nivel 4 «en el que exigen a sus conciudadanos evitar viajar a Venezuela, por los peligros que corren de ser apresados indebidamente».

En segundo lugar, y quizás lo más revelador, Maduro no consiguió ninguna de sus principales demandas: ni el alivio de las sanciones personales; ni el retiro de los carteles que ofrecen millonarias recompensas por su captura; ni la concesión de amplias licencias para la explotación de hidrocarburos en Venezuela. Se tuvieron que resignar a recibir, sin chistar, el anuncio precisando que «la empresa Chevron retomará sus operaciones de extracción de crudo, pero con la única finalidad de terminar de cobrarse la deuda que tienen pendiente con la dictadura de Maduro». Si nos atenemos a la versión oficial ofrecida por la vocera de la Casa Blanca, Natalia Molana, confirmando que «la política exterior del presidente Trump busca evitar que recursos financieros lleguen directamente al régimen venezolano», Maduro no recibirá ni un dólar de esas actividades petroleras.

Esto demuestra que la comunidad internacional, y en particular Estados Unidos, mantiene una postura firme frente a un régimen que sigue siendo caracterizado como una dictadura y a Maduro se lo reputa como la cabeza de una peligrosa corporación criminal. Se ratifica que desde afuera lo tienen como capo del Cartel de Los Soles, ariete del narcotráfico, articulado a núcleos del terrorismo internacional y auspiciador de bandas criminales como la del Tren de Aragua. Por eso luce cada día más aislado de los escenarios internacionales y repudiado dentro del país por cerca del 90 % de los ciudadanos.

Desde el pasado viernes 18 de julio, ya suman más de 35 nuevos secuestros de gente inocente en Venezuela

En tercer lugar, Maduro ha quedado nuevamente en evidencia como un perpetrador de crímenes de lesa humanidad. Su sistema de «puerta giratoria» sigue operando de manera tortuosa: libera a un grupo de presos políticos para seguidamente secuestrar a más gente inocente. Desde el pasado viernes 18 de julio, ya suman más de 35 nuevos secuestros, reflejando una vez más la sistemática violación de los derechos humanos. Actualmente, más de 950 personas continúan injustamente presas en Venezuela y las familias no han podido ver a sus seres queridos que sufren la dolorosa figura de desaparición forzada.

La liberación plena de todos los presos políticos es una demanda unánime y urgente, expresada con vehemencia, día tras día, por líderes como María Corina Machado y Edmundo González Urrutia. Así lo han ratificado en sus más recientes encuentros con altos funcionarios de la administración Trump y con parlamentarios estadounidenses y europeos. Estos presos, junto con millones de venezolanos en el exilio, aspiran a recuperar las calles y desde allí, retomar y persistir en la lucha para hacer cumplir el mandato soberano dictado por el pueblo venezolano el pasado 28 de julio de 2024.

En conclusión, los millones de seres humanos que forman parte de la diáspora venezolana, incluidos los deportados desde El Salvador, son una consecuencia directa de la catástrofe humanitaria generada por la dictadura de Maduro, independientemente de si tienen o no cuentas pendientes con la justicia.

Lo que verdaderamente nos enorgullece es que los venezolanos no se rinden. Mantienen su espíritu de lucha inquebrantable. En cada instante recuerdan y celebran ese épico 28 de julio, sabiendo que no se trata solo de una fecha en el calendario, sino de una señal imborrable, perceptible; de una campana que no deja de repicar y que nos recuerda el compromiso irrenunciable de perseverar en este esfuerzo !hasta el final! Un final que no es otro que ver a Edmundo González y a María Corina asumiendo el poder en Venezuela, restaurando la libertad, reunificando a las familias venezolanas y la dignidad en nuestra nación.

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