Jeroni Albertí (1927-2024)
Referente de la Transición en Baleares
Su espíritu de consenso y moderación facilitaron el camino a la autonomía del archipiélago
Jeroni Albertí Picornell
Tras una exitosa carrera empresarial que le llevó a presidir la Asociación de Industriales de Mallorca, inició una trayectoria política que duró más de tres lustros: senador entre 1977 y 1982, presidente del Consejo General Interinsular y del Consejo de Mallorca entre 1978 y 1982, de nuevo presidente del Consejo de Mallorca entre 1983 y 1987 y presidente del Parlamento autonómico entre 1987 y 1991. En 1988, le fue concedida la Orden al Mérito Constitucional.
Jeroni Albertí no procedía de la élite aperturista del franquismo ni sus hombros cargaban con décadas de actividad opositora: era un mallorquín que había emigrado durante un tiempo a Venezuela antes de regresar a su isla natal para desarrollar una polifacética carrera empresarial que culminó con la presidencia de la Asociación de Industriales de Mallorca, atalaya desde la que creó el Instituto Balear de Dirección Empresarial. Este vínculo patronal supuso –para él y para otros paisanos suyos– su trampolín para iniciar su andadura política en los primeros años posteriores a la muerte de Francisco Franco.
Plasmó su compromiso en las filas de la Unión de Centro Democrático (Ucd), al amparo de la cual postuló a un escaño en el Senado en las primeras elecciones democráticas, compartiendo candidatura con el duque de Maura, anterior gobernador civil de Baleares. Ambos resultaron elegidos.
Desde ese momento, el espíritu de consenso y moderación que caracterizaban a Albertí resultaron decisivos en la Baleares preautonómica. Entre 1978 y 1982, combinando la presidencia del Consejo General Interinsular con la del Consejo de Mallorca –habiendo tomado ambos entes las competencias de la fenecida Diputación Provincial–, el empresario supo captar el signo de los tiempos.
No solo en la nueva configuración institucional; también en lo tocante a la vida diaria de la gente de a pie: fue Alberti –quien, por otra parte, mantenía una excelente relación profesional con Adolfo Suárez– el que negoció en Madrid un descuento del 25 % para facilitar los viajes, tanto aéreos como marítimos, de los insulares hacia la Península. Mas empezó a surgir una dificultad que se tornaría insuperable: la oposición de Ucd, en contra del criterio de Albertí, a que Baleares accediera a la autonomía a través del artículo 151 de la Constitución, es decir, en las mismas condiciones que el País Vasco, Cataluña, Andalucía o Galicia.
Como consecuencia de este doble desacuerdo, Albertí renunció en 1982 a sus dos cargos institucionales y a su militancia en Ucd. Pero no a la vida política: a finales de ese mismo año, fundó Unión Mallorquina (UM), prototipo de partido localista con vocación de bisagra. Utilizó ese sistema para recuperar la presidencia del Consejo de Mallorca a cambio de favorecer la investidura de Gabriel Cañellas, candidato de Alianza Popular (Ap), como primer presidente autonómico de Baleares. El perjudicado fue el socialista Félix Pons, futuro ministro de Felipe González y presidente del Congreso de los Diputados. Según el diario «Última Hora», el acuerdo entre Ap y Um fue alcanzado en Madrid con el banquero Carlos March.
En la segunda legislatura (1987-1991), Albertí desempeñó la presidencia del Parlamento balear, su último cargo público. Para entonces, ya había cedido el control de Um a María Antonia Munar, cuyas numerosas corruptelas desembocarían, con el paso del tiempo, en la disolución del partido.