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28 de marzo de 2024

Perro come perroAntonio R. Naranjo

Autónomos

Las únicas dos Españas reales son la de los liberados y la de los autónomos. Y en esa batalla, ganan los primeros por goleada con Pedro Sánchez al frente

Actualizada 08:32

Aunque Pedro Sánchez es más de viajar en Falcon o en Puma, su Gobierno va a incrementar la flota de vehículos oficiales en 118 unidades: que no me entere yo de que ese culito pasa frío en el Metro, dice el presidente a su entorno de asesores y altos cargos, constituidos oficiosamente en segunda empresa española por volumen de plantilla y en penúltima en productividad, solo superada por el Ministerio de Igualdad.
Pero que nadie se espante: puede parecer un despilfarro, pero todos esos coches son híbridos, eléctricos y sostenibles, lo que seguramente aliviará sobremanera la sensación de atraco y concederá a esos traseros un razonable armisticio y un guiño cómplice de Greta Thunberg.
Sobre todo irritará al autónomo que comienza el año con similar zozobra a la del año anterior y la agradable novedad de que podrá incrementar su sacrificio por España abonando un poco más cada mes y recibiendo un poco menos.
Él seguirá conduciendo un coche con 15 años, cuyo paso ya está prohibido en algunas grandes ciudades; pero podrá financiar la flota móvil del Gobierno, dando gracias porque, de momento, no le dispare la cuadrilla de francotiradores albanokosovares que ya mismo engordará la plantilla de servidores públicos con el cometido de acabar con los conductores más contaminantes.
Lo cierto es que políticos que no han trabajado fuera de la Administración en su vida, que acaban de volver de vacaciones y que se han subido su retribución un 2 por ciento han decidido, amén de cambiar de coche, que un autónomo sin vacaciones desde que presentaron a Naranjito para el Mundial del 82 pague entre dos y cuatro veces más por intentar facturar ese mes, sin otra garantía que su disposición a eternizar jornadas y suspender asuetos.
Ese autónomo hará, además, de recaudador gratuito del IVA para el Estado. Y si monta su pequeña empresa, con uno o dos trabajadores, pagará además un Impuesto de Sociedades cercano al 25 por ciento, sufragará los costes laborales de su diminuta plantilla y se costeará, sin apenas desgravaciones, todos los gastos inherentes a su actividad.
A todo ello, si prospera la reforma del ministro Escrivá, le añadirá una pensión futura inferior en un 40 por ciento a la media, que cobrará si llega vivo a ese momento tras una vida sin descanso, subsidio de desempleo ni baja ocasional.
Cuando se habla de las dos Españas se suele pensar en términos cromáticos caducos, en rojos y azules superados por todo el mundo a excepción de por quienes viven en trincheras eternas para librar rentables guerras imaginarias.
Pero si existen dos Españas son las laborales: la que disfruta de jornadas continuas, revisiones salariales, moscosos y ayudas y la que, antes de empezar a cobrar, ya está pagando.
Cuando uno de estos autónomos sea presidente, España irá como un tiro. Mientras, el tiro se lo lleva España en ese combate a muerte que libran ellos y los liberados, con victoria provisional por goleada de los segundos.
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