Ni un pelo, bestia
Este ser despreciable, este cobarde amigo de etarras, esta rata millonaria que no respeta la decencia y el coraje de una mujer enfrentada a un sistema asesino, ese amigo de Sánchez y Zapatero, este amasador de fortunas se ha enfadado por que el Nobel de la Paz se lo han concedido a una mujer que lo merece
Ahora te han pillado los cotubillos en una puerta giratoria. A partir de hoy, rozarle un pelo a la mujer más valiente y resistente del mundo será causa de una profunda investigación. Hay ratas cobardes que muestran su escalofriante estupidez y la cloaca que transportan en su cuerpo del día a la noche. Esa rata, que proviene de lo más bajo y podrido de la hostelería, ha dicho que conceder el Nobel de la Paz a María Corina Machado es una impostura semejante a concedérselo a Hitler. La barbaridad es tan fabulosa que no merece la pena embadurnar de excrementos nuestras miradas. Recuerden que el autor de la bazofia, mientras Corina era perseguida con el fin de asesinarla, le desamortizó el aparato intestinal cuando leyó en Asturias un mensaje mucho más escueto. «Pablo, Rata». Estaba de vacaciones y las interrumpió porque no se sostenía de pie. Por una vez que el jurado de los Nobel de la Paz huye de la detritus woke y el oportunismo político, el depositario segundo del galgo de Paiporta se atreve a insultar a quien venció a Maduro en unas elecciones. Pero el peligro ha pasado. Desde hoy, bestia, si algo le sucede a Corina, estarás reconociendo no sólo tu estulticia, sino tu crimen.
Tendrás que disponer de un zaguanete de tus matones para que nada le suceda a la gran luchadora por la libertad de Venezuela. Eso, un regate a la realidad. Transcurrían los años de las habituales manifestaciones frente a la embajada del Reino Unido en Madrid. Gibraltar. Pero en una de ellas, un grupo de jóvenes falangistas tomó el camino equivocado y comenzó a apedrear el recinto diplomático. El embajador llamó al ministro de la Gobernación para narrarle en directo cómo caían cristales y objetos. El personal, tumbado en un salón que no daba a la calle. –Señor ministro, esto es intolerable. –¿Desea, señor embajador que le envíe más efectivos de protección? –No, señor ministro, lo que deseo es que no me mande más manifestantes.
Este ser despreciable, este cobarde amigo de etarras, esta rata millonaria que no respeta la decencia y el coraje de una mujer enfrentada a un sistema asesino, ese amigo de Sánchez y Zapatero, este amasador de fortunas incalculables se ha enfadado por que el Nobel de la Paz se lo han concedido, al fin, a una mujer que lo merece. Abandona tu refugio, Corina, porque ya no se atreverán a tocarte un pelo. Hitler ha esperado muchos años en renacer, y lo ha hecho con un aspecto ridículo. De su casa de Vallecas a un chalé en pleno valle del Guadarrama. Puedes llegar a su casa, tocar el timbre y cuando salga a abrirte la puerta, ante todos los guardianes que te ha mandado Marlaska para que no te toquen, te enfrentes a una mujer que ha ofrecido su vida por la libertad pisoteada por un infame con muchos asesinados a sus espaldas. Y decirle cara a cara: «Hitler eres tú, asqueroso bicho». Sólo eso. A ver si alguno se atreve a ponerte la mano encima, la mano de sus abusos a las mujeres, la mano de los fracasos.
Eres libre, Corina. Has vencido a la más detestable cobardía.
Y ¡viva Venezuela libre!