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José María Rotellar

La barbaridad económica de reducir la jornada: una sociedad no prospera trabajando menos, sino más

Ellos sólo defienden a quienes tienen un puesto de trabajo, pero perjudican a los jóvenes, que no pueden prosperar, o a quienes no tienen un puesto de trabajo, o a quienes son más débiles, porque el empleo empeorará, lastrando sus oportunidades

Actualizada 09:21

Hace unos días señalé en estas páginas la contradicción entre dos medidas del Gobierno: la reducción de jornada y el alargamiento de la edad de jubilación, en una especie de trabajo diferido en el tiempo. Hoy quiero señalar que, además, el Gobierno hizo hace unos meses, una llamada a la pereza al firmar el acuerdo de reducción de jornada con los sindicatos, ya que empleó el lema «Trabajar menos. Vivir mejor», cuando lo único que hace es poner los cimientos para destruir empleo a borbotones y dejar sin puesto de trabajo a muchas personas que lo necesitan para sacar a sus familias adelante.

Ese lema es bochornoso: llama a la pereza, a la vagancia, porque es lo que se esconde detrás de sus proclamas. Es falso que los jóvenes quieran trabajar menos, como dice Díaz. Los jóvenes quieren poder tener una vida propia, comprarse un piso, sacar adelante una familia que puedan formar, pero ella quiere hacerlos dependientes, obligarlos a compartir una casa, recluirlos en una habitación, con un subsidio que les haga depender del Gobierno, para tener controlado su voto, ya que tratan de comprar voluntades políticas.

Ataca a los propios trabajadores, porque si se reduce la producción, se perderán puestos de trabajo

Una sociedad no prospera trabajando menos, sino más. Hay que trabajar más y hay que trabajar mejor. Si se trabaja mejor, se ganará en eficiencia, con aumentos de la productividad, que reduce los costes. Si, además, se trabaja más, se producirá mucho más aparte de las ganancias de eficiencia, con lo que la producción alta permitirá reducir los costes fijos medios, avanzar en una reducción de precios, que posibilitará captar nuevos mercados, vender más y necesitar producir más todavía. Todo ello desembocará en la creación de empleo.

Eso es lo contrario de lo que Díaz, el Gobierno al completo -al aprobarlo el Consejo de Ministros y los sindicatos firmantes quieren lograr. Ellos sólo defienden a quienes tienen un puesto de trabajo, pero perjudican a los jóvenes, que no pueden prosperar, o a quienes no tienen un puesto de trabajo, o a quienes son más débiles, porque el empleo empeorará, lastrando sus oportunidades. Díaz, con ello, creará -o lo intentará- una capa de subsidiados, a los que se anula profesionalmente para tener un voto cautivo.

No es lógico trabajar menos en un país con la productividad baja y con un nivel de desempleo enorme, el mayor de la OCDE y de la UE. Díaz -y el Gobierno al aprobarlo en Consejo de Ministros- llama a la pereza, que es la madre de la pobreza, que es el lugar al que nos lleva el Ejecutivo con su política económica.

Como digo, no puede reducirse la jornada laboral, porque no se está produciendo un incremento de la productividad, sino todo lo contrario. Con caídas de la productividad, una reducción de jornada conllevará caída de la producción, porque tampoco las empresas podrán contratar más trabajadores, al ser inasumible su coste. Estas caídas de productividad denotan debilidad del modelo de crecimiento, basado en el gasto público, en la acumulación de población y en un buen comportamiento del sector exterior y turístico, que es el único componente productivo que lo ha sostenido, ya que los dos anteriores no conforman un crecimiento sostenible en el tiempo, por la baja productividad que los acompaña.

Ataca a los propios trabajadores, porque si se reduce la producción, se perderán puestos de trabajo. De hecho, si diferentes estudios estiman que la elasticidad del empleo respecto a los costes laborales es de 0,3 en valores absolutos, con una reducción de la jornada equivalente a 2,5 horas semanales -de 40 horas a 37,5 horas- la disminución de la jornada laboral es del 6,3 %, que, aplicada la elasticidad, puede llevar a una merma en el empleo del 1,8 %. Esa medida anula prácticamente en su totalidad la estimación de crecimiento del empleo para 2026 prevista por el Gobierno en su plan fiscal y estructural de medio plazo, donde estima que los ocupados crecerán un 2,3 % dicho año, de manera que simplemente esta medida de reducción de la jornada laboral anulará, en la práctica, la práctica totalidad del crecimiento del empleo en 2026,

Es, por tanto, una barbaridad económica querer aplicar esta medida, que sólo conduce al debilitamiento de su economía y del mercado laboral, a un empobrecimiento de la sociedad. Es la imposición de la receta de la extrema izquierda, que alcanza a todo el Gobierno, donde creen que estas decisiones no tienen efectos, jugando irresponsablemente, así, con la prosperidad de todos los ciudadanos.

  • José María Rotellar es profesor de Economía y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria
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