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25 de abril de 2024

España manda armamento a Ucrania al margen de los suministros conjuntos

España manda armamento a Ucrania al margen de los suministros conjuntos

Material español para Ucrania

Los drones y la artillería (tanto de tubo como cohete) recibida de los países anglosajones han permitido mantener la resistencia y los contraataques ucranianos, pero no son suficientes

Para ayudar a mantener la resistencia ucraniana frente a la flagrante intervención rusa, Occidente se ha volcado en su ayuda. El apoyo supone una cantidad difícilmente calculable en los aspectos financieros, humanitario y militar, además de las intervenciones públicas generalizadas de soporte.
Desde el punto de vista militar, fueron millares los misiles contra carro Javelin y NLAW que estaban cogiendo polvo en los polvorines useños y británicos. Armas fáciles de manejar y con las que estaban familiarizados los ucranianos, entrenados desde su independencia por los países citados. Armas que se requerían en los primeros momentos para hacer frente a las columnas rusas que avanzaban por las vías de comunicación siguiendo los usos de la doctrina táctica soviética.
Después llegaron las peticiones de aviones, carros y artillería, y ahí saltaron las reticencias. Algunos países, Alemania, por ejemplo, siguen teniendo el estigma del perdedor y agresor en la Segunda Guerra Mundial, e intentó jugar la baza neutralista. Otros, véase Hungría y distintos centroeuropeos, se debatían entre salvaguardar sus intereses políticos y económicos y el temor de que se convirtieran en los siguientes objetivos rusos.
Los drones y la artillería (tanto de tubo como cohete) recibida de los países anglosajones han permitido mantener la resistencia y los contraataques ucranianos, pero no son suficientes. Se lleva hablando desde hace algún tiempo de proporcionar cazas y «tanques». El «gran proveedor» de esta guerra ha intentado empujar a los europeos, reticentes y desunidos. Ha incitado el envío de carros de origen polaco y checo, del modelo soviético, bien conocido en Ucrania pero... «no es bastante, no es bastante».
Algunos, a lo mejor yo mismo en otras circunstancias, se habrían puesto nerviosos. «Si hay que hacerlo se hace, pero ya». Infantil, considerando que quien tiene que tomar la decisión carece de proyecto estratégico, de conocimientos (ni interés) en temas de seguridad y mucho menos militares. Si además sus socios aprovechan este campo para poner zancadillas al rédito diplomático o securitario que la Nación podría obtener, pues… saquen ustedes consecuencias.
Ante estas dudas llega la determinación de que, por fin, se van a enviar «modernos tanques» occidentales y que España podría ser uno de los suministradores. Pensemos: carros Leopard 2 A4 producidos en los años 80, adquiridos por España a finales de los 90 (tras la reducción de la Bundeswehr, fruto del «dividendo de paz»), almacenados (en no muy buenas condiciones) en Zaragoza, a la ingenua espera de su transformación en vehículos especiales de ingenieros… Buena idea, ¿no?
Habrá que ponerlos en servicio. Y no se trata solo de «cambiarles los aceites»: ¿Cinco millones de euros para reparar seis? ¿En cuánto tiempo? Porque vista la eficacia de la empresa presuntamente responsable del tema, puede pasar cualquier cosa…
E instruir a sus tripulantes. Y no, no se trata de que aprueben el carnet de conducir tipo F, que no van a desfilar por la Castellana o la plaza Maidán ni que tiren a un blanco fijo y luego vayan a comer. Que no, que van a la guerra… a hacer «pupa» al enemigo (¿se puede decir esa palabra?), a ser posible sin que los tripulantes mueran.
Que entregar hoy catorce Abrams, mañana cuatro Leopards portugueses y seis suecos, pasado mañana otros catorce Challenger británicos y el siguiente seis Leopards españoles (enhorabuena por GD-SBS) y otros seis daneses, es una manera de convertirlos en chatarra. Comprendo que los inanes que salen en la prensa y televisión pontificando no sepan nada de nada, pero digo yo que los que se sientan alrededor de la mesa de gobierno, tendrán asesores que les habrán dicho que el principio básico de empleo de los «tanques» es su empleo en masa. Algo que se sabe desde Cambrai en 1917. Y si no que se lo pregunten a los franceses en 1940 y a todos los demás que han perdido, pese a contar con más y mejores medios que su adversario… Pero qué tonterías nos dice este «cebolleta» militar a nosotros: decisores, opinadores, influenciadores…
Pero no se crean que entre toda esa magna ayuda que ha proporcionado nuestro Gobierno (83M euros en términos militares, Statista dixit), poco que ver con la de EEUU (44.388M euros) no hay nada importante. Ahí están los miles de uniformes de invierno y chalecos o cascos, cohetes contra carro portátiles y munición de varios tipos (nuestras magras reservas, almacenadas desde hacía años), los 10 eficacísimos vehículos Aníbal u otros tantos camiones, por no hablar de 20 transportes blindados de tropa (TOA) M113 con más de sesenta años de uso en los páramos de España, entre otras cosas.
Aunque hay algo en lo que sí quiero detenerme y es en el capítulo de la artillería antiaérea. Puede que carezcamos ya de instalaciones industriales, técnicas o de investigación relevantes, pero todavía hay núcleos de población y centros de decisión que hay que proteger. Hoy en día las amenazas se han multiplicado, pero las que llegan desde el aire siguen siendo peligrosas. Estas abarcan, sin querer ser exhaustivos, drones, helicópteros y aviones (todos ellos dotados de una amplia panoplia de artefactos), misiles: balísticos, de crucero, hipersónicos…. Pero hay que detectar, identificar y eliminar esa amenaza. Para eso hay que contar con radares, equipos electrónicos, redes de mando y control, aviones interceptores y… armas antiaéreas.
Pese a la extensión territorial, a su configuración geográfica y la cercanía de posibles aventureros agresores, ¿con qué medios contamos? Pues con catorce baterías de diversos tipos (no cuento las de corto alcance, tampoco numerosas).
¿Qué hemos hecho? Pues como nos «sobran», una (de tres del tipo «Patriot» adquiridas de 2ª mano a Alemania hace 20 años) la enviamos a Turquía en 2013 y ahí sigue; dos (de las cuatro, tipo «NASAMS», actualizado, menos mal) están en Estonia y Letonia; una (de las seis venerables del tipo «Hawk», que ya deberían estar disfrutando de los viajes del INSERSO) se ha regalado a Ucrania y otra (la única existente de tipo «Aspide», apenas treintañera) también se ha entregado a ese país. ¿Se sienten ustedes seguros? Pues si lo están, me alegro de su confianza o inconsciencia, pero yo tengo fresco en la espalda.
¿A qué voy? Pues que me gustaría:
–Que los de «arriba» (y sus asesores) tuvieran las ideas claras, pese a la «bruma de la guerra» que dijo el maestro decimonónico.
–Que los de «arriba» escucharan a sus asesores, que alguno habrá que les diga que «no es eso, no es eso», como escribieron aquellos «agrupados al servicio del cambio de régimen tradicional español».
–Que los de «arriba» supieran que la seguridad es una inversión rentable y no solo para mejor vida de empresas anquilosadas o sindicatos vividores.
–Que los de «arriba» se enteraran de que no se trata de asignar una «morterada» de miles de millones y presentarlo caciquilmente como gesto de «magno» estadista, sino que la asignación debe ser continua, aunque a algunos doctos iletrados no les guste.
–Que los de «abajo» se diesen cuenta de que, aparte de los cotilleos televisivos, hay otra vida y que esta incluye la de ser conscientes del mundo en que vivimos y de cómo hay que obrar en él para poder gozar de la paz que nos permite vivir en prosperidad.
No sé si me explico. Para mí que no…
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