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27 de abril de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Topador Sánchez, el superhéroe peronista

Intervenir los mercados es una salida propia de los populismos de izquierdas, que por ejemplo espanta a alemanes y holandeses

Actualizada 09:29

Los viejos zorros del fútbol de antaño desconfiaban de la florida palabrería de los entrenadores argentinos: «Hay que comprarlos por lo que valen y venderlos por lo que ellos dicen que valen», rezongaban. La cita parece también aplicable a Sánchez, que ha vendido tantas motos averiadas que ya vamos perdiendo la «memoria democrática». En la fase inicial de la pandemia, antes de descubrir que la crisis le quedaba grande y empaquetársela a las comunidades, prometió el 17 de marzo de 2020 la mayor inyección de dinero la historia: 200.000 millones de euros de «capital público y privado». Hasta hoy.
Unos días después llegó el «ingreso mínimo vital», presentado por el «vicepresidente social» Iglesias como «un día histórico para España». Resultado: Iglesias trabaja ahora de tertuliano, gremio del que nunca debió haber salido, pero el ingreso mínimo solo ha llegado a un tercio de quienes lo iban a recibir según la promesa.
¿Más motos? En septiembre del año pasado, Sánchez anunció un hachazo a los beneficios de las eléctricas, «porque se lo pueden permitir». Pero como no vivimos en la Venezuela de Maduro o el Perú de Castillo, sino en un club europeo con unas reglas y seguridad jurídica, la UE le tiró de las orejas y al mes retiró la ideaza.
¿Más motos trucadas? El pasado día 17, Teresa Ribera, la vicepresidenta del credo verde, se levantó creativa y propuso limitar manu militari el megavatio-hora a 180 euros. ¡Ole, problema resuelto! Pero cuatro días después aparcaba la propuesta tras una nueva colleja de Bruselas.
Esos antecedentes nos sirven para presentar a un nuevo superhéroe peronista: Topador Sánchez. Con las calles españolas hirviendo por la escalada de precios, Sánchez quería, una vez más, que la UE le sacase las castañas del fuego. Necesitaba un espaldarazo comunitario. Así que el pasado viernes montó un espectáculo en la cumbre europea, plantando iracundo la sala de reuniones donde los mandatarios alemán y holandés se hacían cruces ante sus propuestas intervencionistas. Tras la rabieta, y por no ofrecer un espectáculo de desunión en plena crisis, los países que mandan en Europa permitieron que el portugués Costa y Sánchez hiciesen constar en acta una propuesta de «excepción ibérica», que consiste en topar el precio de la electricidad generada por gas, para que no tire hacia arriba del de toda la demás.
La televisión al rojo vivo saludó lo sucedido como un «éxito histórico» de Topador Sánchez. Pero verdad es que por ahora nada se ha cerrado. El Gobierno ha reconocido que necesitará un mes para presentar un plan a Bruselas sobre cómo limitar el precio del gas y la Comisión Europea lo evaluará entonces y podría incluso tumbarlo. En efecto: nos han vendido… gas. La inefable Ribera incluso ha anunciado la cuadratura del círculo. ¿Cómo se va a cubrir la brecha entre ese precio topado y el precio real del gas?, le preguntaron. Su respuesta es que no se hará con dinero público, sino «a través del propio mercado eléctrico». Magia socialdemócrata (¿u otra milonga populista?).
Todo es así. Charlatanería demagógica y reacciones tardías y casi siempre quiméricas. Este martes se aprobará el plan de emergencia del Gobierno ante la crisis inflacionista provocada por la guerra (una escalada de precios que en realidad había comenzado meses antes). Sánchez ha adelantado las medidas en un sarao propagandístico. Peronismo puro: 6.000 millones en subvenciones para solo tres meses y 10.000 en créditos del Estado. Todo en una España que ya tiene las arcas públicas al borde del coma por la orgía dilapidadora del Gobierno. Este Gobierno jamás opta por rebajar los impuestos para que los ciudadanos libres y adultos decidamos cómo queremos administrarnos. Prefieren la subvención, pues hace al público cautivo del Estado protector y del bondadoso timonel socialista.
La fórmula no es nueva. Hay países que llevan más de setenta años experimentándola con fe y tesón. El epítome es Argentina, con un éxito bien conocido: una sociedad con la iniciativa atrofiada, debido al tic imperante de fiarlo todo a la teta del Estado.
Sánchez y Podemos caminan hacia la argentinización de España. Y el problema es que millones de españoles están de acuerdo, cuando lo cierto es que ningún país ha prosperado hasta ahora trucando el mercado a golpe de estatalización y subsidio. Pero a lo mejor Sánchez oficia el milagro… o nos deja un país en quiebra. Veo más factible lo segundo. Así que debo ser uno de esos ultras que detecta la admirable Adriana Lastra.
(PD: ¿Con quién se aliaría usted para garantizar un buen futuro para la economía española, con el Portugal socialista y rezagado o con Alemania y Holanda? Pues eso...).
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