Fundado en 1910
Cosas que pasanAlfonso Ussía

Respeto

En los años ochenta, una ecoloburra ignorante dio con la clave. No se refería a los toros, sino a la caza. Su propuesta podría haberla formulado Yolanda Díaz, por su bondadosa estupidez. «Habría que consultar a los ciervos si están de acuerdo con las monterías»

Actualizada 08:34

Respeto a los antitaurinos. Mi reconocimiento queda confuso y torpe. Respeto a los antitaurinos que respetan a los taurinos. Con todos los apoyos del Ministerio de Cultura –por llamarlo de alguna manera–, se han presentado algo más de 700.000 firmas solicitando la abolición de las corridas de toros. Me parecen poquísimas firmas comparadas con la asistencia de decenas de millones de aficionados que acuden todos los años a las corridas especiales, ferias de abono, y festejos populares. Y a los centenares de miles de españoles que, indirectamente, viven y se ganan su porvenir gracias a los toros. En los años ochenta, una ecoloburra ignorante dio con la clave. No se refería a los toros, sino a la caza. Su propuesta podría haberla formulado Yolanda Díaz, por su bondadosa estupidez. «Habría que consultar a los ciervos si están de acuerdo con las monterías».

Durante años, siempre que en los campos, las dehesas y las manchas serranas me topaba con un venado, se lo preguntaba. –¿Oye, ciervo, ¿estás de acuerdo con las monterías?–. El venado español no está bien educado y jamás obtuve el premio de su respuesta. Los antitaurinos que no respetan a los aficionados a la fiesta son, en su mayoría, ecoloburros muy bien amaestrados. No saben nada de nada. Creen que el toro de lidia es un animal salvaje que puede sobrevivir por sus medios sin el cuidado de los mayorales y el dinero invertido en ellos por los ganaderos, muchos de ellos con resultados económicos negativos. Habría que levantar un monumento a los que mantienen el tesoro vivo más grandioso de España. Me refiero al toro bravo, no a Almodóvar. El toreo nunca ha sido de derechas ni de izquierdas. Con la excepción de Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Federico García Lorca –que siempre ocultó sus preferencias políticas–, la Generación gongorina del 27 – maravilloso texto el de Andrés Amorós de las diez Generaciones del 27 publicado días atrás–, los toreros son hijos del pueblo, y en épocas pasadas, del hambre. Recuerdo una cena con Antonio Burgos, Pío León y Curro Romero, que habló. –El torero de hoy tiene mucho más mérito que el de ayer. No ha surgido del hambre–. Y prosiguió: «No lo veremos, pero en el futuro, si el hambre es el impulso del arte del toreo, los carteles se llenarán de bosnios, de rumanos y de kosovares». El hambre no es de derechas, exceptuando a las modelos de las pasarelas. Y Picasso, Bergamín, Alberti, Prados, Altolaguirre… eran comunistas. Y comunista –además de insuperable asesino–, Ernesto Ché Guevara, que ocupaba Barreras en el franquismo compitiendo con Ava Gardner. El torero nace en la izquierda y dependiendo de su triunfo o fracaso, cambia de lugar o se queda en la melancolía permanente.

Para mí, que estos 700.000 firmantes de esa tontería auspiciada por Urtasun (si no yerro, hubo un boxeador vizcaino Urtasun, que, durante el calentamiento previo a un combate, se noqueó a sí mismo por excederse en un golpe en el barbilla), son ecoloburros que lloran como Bambi con la muerte del toro, e ignoran la universal grandeza literaria, poética, novelística, musical, escultórica y ensayista del toreo. Como ignoran lo que significa mantener una dehesa, que no es otra cosa que sostener con el esfuerzo personal el ecosistema más bello del mundo. Y todo lo que rodea al toreo y sus circunstancias. Esas 700.000 firmas contra la tauromaquia son papeles mojados, gritos histéricos y desahogos de tontos perfectamente dirigidos por quienes llevan más de un siglo perdiendo la partida. No hay que tomarlo en serio.

¿Antitaurinos respetuosos con la afición del prójimo? Todos mis respetos.

Pero ecoloburros, no.

Por respeto a los toros, que no a ellos.

comentarios
tracking