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El que cuenta las sílabasGabriel Albiac

La «abyección» de J. L. Ábalos

«Vil en extremo» es la primera acepción que el Diccionario de la RAE da, en su última edición, a «abyecto»

Actualizada 01:30

«He defendido mi inocencia y la voy a seguir defendiendo hasta el final… Han sido los bulos, las mentiras, las que han generado la imagen de una persona abyecta». Era el martes pasado. El capataz que sólo rendía cuentas ante Pedro Sánchez, repudiaba el linchamiento al cual decía estar siendo sometido. Sin otra culpa que la de haber sido, por mandato de su jefe, ejecutor de la más admirable batalla que vio la España moderna en favor del progreso, del socialismo y de la plena liberación de las mujeres –porque «el feminismo está en el ADN del socialismo»–. Ábalos se dolía entrañablemente de la conspiración reaccionaria que pretendía aniquilar al héroe que él siempre fue al servicio del pueblo.

«Persona abyecta» es definición muy grave. Que José Luis Ábalos la eligiese como estampa de su martirologio, podía interpretarse como un alarido de rabia. O bien como el flatus vocis de quien deja escapar en voz alta lo que de más profundo e incurable sabe acerca de sí mismo. En sencilla etimología, «abyecto» es la traslación al español –y a otras lenguas romances– del participio pasivo del verbo «abiicio». Que en latín significa «envilecer», ciertamente. Pero que, aún antes, significa «tirar a la basura». No es fácil –habida cuenta de su peculiar formación intelectual– determinar si el escudero de Sánchez erigía en epitafio propio el primer significado o el segundo. Puede que los dos de consuno; es lo más verosímil.

Pasaron sólo dos días. Súbitamente, el jueves nos despertamos con la grabación del exministro sincerándose ante el chófer y compadre con el cual comparte beneficios crematísticos y señoritas caras. Que el chófer, antes de ser el «gigante de la militancia» y «último aizkolari socialista» cuyas hazañas cantase el yerno de Sabiniano Gómez, hubiera sido portero de burdel explica con seguridad lo poético de su lenguaje. Y, naturalmente, el señor ministro no iba a quedarse atrás de su subordinado en algo que tan a prueba ponía su propia hombría. ¿Qué empleadas sexuales debían serles servidas aquella tarde, entre agotadora tarea política y agotadora tarea política? ¿De qué modo habría de ser consumida la mercancía por ambos compadres? La grabación es un canto a la fraternidad interclasista. Y un himno feminista, por supuesto:

–Koldo García: «A Ainara, que está recién, está bien. Y está perfecta».

–José Luis Ábalos: «Ariadna. Y la colombiana nueva. Y la otra, ¿no?».

–Koldo García: «Si quieres la otra, también. Pero era porque cambiaras tú. Pero a ti te gusta más la Ariadna».

–José Luis Ábalos: «No creo. La Carlota se enrolla que te cagas».

–Koldo García: “Pues la que tú quieras. Ariadna y Carlota, a tomar por culo.

«Vil en extremo» es la primera acepción que el Diccionario de la RAE da, en su última edición, a «abyecto». El de la Academia Francesa aclara que se trata de un término forjado en el siglo XV y añade el matiz de que su uso sirva para manifestar el «asco y desprecio» que algo o alguien inspira. «Ariadna está recién», comunica al patrón el proveedor, como el mesonero que ofrece a su mejor cliente un besugo fresquísimo que le acaban de traer del mercado. Y el significado exacto del enigmático «recién» se explicita de inmediato: «está perfecta», sin taras ni raspaduras. Ahora bien, matiza el espiritual señor ministro, la elección no resulta tan sencilla como su fraterno celestino y comensal quiere presentársela. Y es que, a fin de cuentas, oye, «la Carlota se enrolla que te cagas». Pues las dos juntas, jalea el bufón, y que no se hable más, no señor. Ni una palabra más. ¡Será por pelas! Paga el contribuyente.

Alguien quiso «generar» de él «una imagen abyecta». No hay en eso la menor duda: Ábalos ha anegado en una sentina de abyección a Ábalos. Fue ministro. Sigue siendo diputado. Por enigmática merced de Pedro Sánchez. Va camino de ser carne de presidio. Fueron «los bulos, las mentiras», los que generaron su «imagen de persona abyecta». Dice. Detrás de él viene el Jefe.

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