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Robert Francis Prevost, en el bautizo de su ahijada MildredCaptura de YouTube entrevista de EWTN News

La historia de Mildred, la ahijada de León XIV: «Me dijo que tal vez pasarían muchos años sin poder comunicarse»

«¡Padrino, te queremos! ¡Viva el Papa!», exclama Mildred en una entrevista, en la que recuerda su vínculo con el hombre que, cuando ella nació, era un joven sacerdote agustino destinado como misionero en Perú

En Chulucanas, una localidad del norte de Perú, comenzó hace casi tres décadas una historia personal que hoy conecta directamente con el Vaticano. Mildred Camacho, de 29 años, madre de dos hijas y devota de san Juan Pablo II, es la ahijada de Robert Francis Prevost, el actual Papa León XIV.

«¡Padrino, te queremos! ¡Viva el Papa!», exclama Mildred en una entrevista con EWTN Noticias, mientras recuerda su vínculo con el hombre que, cuando ella nació, era un joven sacerdote agustino destinado como misionero en Perú.

Un lazo forjado en los años 80

La relación se remonta a los años 80, cuando el padre de Mildred, Héctor Camacho, era monaguillo en la catedral de Chulucanas. Allí coincidió con el entonces Padre Prevost, que acababa de llegar al país como misionero agustino. Fue entre 1985 y 1986, durante los primeros años de su labor pastoral en la región.

«Él siempre nos inculcaba creer en Dios, tener fe, ser respetuosos, educados y tratar de superarnos en la vida», recuerda Héctor en la entrevista que recoge Aciprensa.

Más adelante, Héctor se trasladó a Trujillo, también en Perú, por motivos de estudio y volvió a coincidir con Prevost, quien le acompañó espiritualmente y le animó a participar en actividades de caridad. A raíz del fallecimiento de la madre del Prevost, Héctor le pidió permiso para ponerle a su hija el mismo nombre: Mildred. También le pidió que fuera su padrino de bautismo.

Un vínculo constante, aunque a distancia

El bautismo se celebró en la parroquia San José Obrero de Chulucanas. A pesar de que el contacto entre ambos no fue frecuente, Mildred conserva el recuerdo de su padrino como una presencia influyente en su vida.

«Los recuerdos que tengo de él tal vez no sean presenciales, tal vez no de compartir, no de convivir. Pero sé que es por su trabajo, e imagínese, toda su vida trabajando para lograr estar donde está ahora», explica.

Entre los tesoros que guarda Mildred están los mensajes que el entonces P. Prevost le enviaba por correo electrónico y el tiempo que siempre se tomaba para saludar a su familia cuando coincidían en alguna Misa o evento. Una atención que, incluso siendo cardenal, jamás dejó de tener.

El último abrazo

La última vez que Mildred lo vio fue el 10 de agosto de 2024, en su cumpleaños, cuando monseñor Prevost —entonces ya cardenal— regresó a Chulucanas para celebrar los 60 años de la diócesis. «En esa ocasión me dijo que tal vez pasarían muchos años sin poder comunicarse», recuerda con cierta nostalgia.

Pero sus palabras no se borran. «Siempre lo que me decía era: 'Vive con alegría, vive feliz'. Y siempre me acuerdo que me decía: 'Tenme presente en tus oraciones, como yo te tengo en las mías'».

Más allá de la Misa

«Él siempre nos decía que la fe no se trata solo de ir a misa, sino de vivir la caridad, el amor al prójimo y ser luz para los demás. Siempre me inspiró a tener esperanza y a no rendirme ante las dificultades», añade Mildred.

Hoy, su padrino es el Papa León XIV. Ella, mientras tanto, continúa con su vida en Perú, con el recuerdo de aquel sacerdote que un día aceptó ser su padrino y que hoy ocupa el trono de Pedro.

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