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Abecedario filosóficoGregorio Luri

De Conocimiento a Convicción

El saber humano, nos dice Hayek, existe «únicamente como fragmentos dispersos de conocimiento incompleto y frecuentemente contradictorio que poseen todos los individuos por separado»

Actualizada 04:30

Conocimiento

F.A. Hayek publicó en 1945 en The American Economic Review un breve ensayo titulado «El uso del conocimiento en la sociedad». Sus doce páginas están llenas de las dos cualidades más raras para un académico: La claridad y el sentido común. El saber humano, nos dice, existe «únicamente como fragmentos dispersos de conocimiento incompleto y frecuentemente contradictorio que poseen todos los individuos por separado». Sin embargo el planificador –ya sea que esté tratando de poner en marcha un sistema de salud socialdemócrata o una utopía marxista– está convencido de que todo el conocimiento está a su alcance y que puede utilizarlo sin reparos para diseñar la completa realidad a su gusto.

Conquistador

En América hispana Waldo Frank explica así la victoria de los conquistadores sobre la gran civilización del Perú: “El español creía en su propia persona. La realidad más real de su mundo era su alma individual y su cuerpo individual, que, cuando debía morir se levantaría de nuevo en los días postreros. Toda experiencia está referida a la voluntad. Toda su vida es gobernada por ella, todo tiempo está hecho para ella. No había personas en Perú para hacer frente a los españoles; había solamente el ayllu [cada uno de los grupos en que se divide una comunidad indígena, cuyos componentes son generalmente un linaje]. El indio no podía creer lo que veía. La idea de un hombre mortal navegando por un mar insondable le anonadaba. Más inconcebibles aún le resultaban la lujuria y la voluntad de esos hombres. Todos sus actos de audacia, bestialidad y devoción (indisolublemente mezclados en el conquistado) tenían una dimensión que la mente del indio no podía alcanzar. Sin la guía mística de la Iglesia [el conquistador] se hubiera hundido en la primera jungla y no hubiera avanzado más. Solo un hombre que cree puede hacer lo que él hizo".

Conciencia

«No estoy seguro de cómo crea el cerebro la conciencia. Todo lo que sé es que ningún neurocientífico ha pillado al cerebro con las manos en la masa en el acto de crear conciencia». (Yohan John, profesor de la Boston University, especialista en neurociencia computacional y autor del Tractatus Analogico-Mythologicus).

Sólo tenemos acceso a una conciencia: la nuestra. De los demás sólo conocemos su comportamiento y suponemos que su conducta posee sus correlatos neuronales. Pero la conciencia, en sí misma, carece de atributos materiales.

Algunos –pocos– filósofos sostienen que cualquier cosa podría ser consciente si tiene el tipo correcto de «integración de la información». De ahí deduce el filósofo Eric Schwitzgebel que, si el materialismo sobre la conciencia es cierto, entonces es probable que Estados Unidos tenga su propia corriente de conciencia fenoménica, distinta de las corrientes de experiencia consciente de las personas que la componen.

Conservador. Antonio Maura en el Parlamento.

Sesión del 12-4-1902: «Yo sigo siendo, como he sido siempre, amigo de dar la libertad aun a los que quieran usarla contra mí, que para eso tengo confianza en ella y en el derecho».

Sesión de 11-7- 1904: «Los tiempos han variado: ahora las clases conservadoras irían al suicidio si siguieran sesteando perezosamente al amparo de las autoridades y de la fuerza; ahora es preciso que entren vigorosamente en la vida pública y ejerciten todos sus derechos para afrontaros a vosotros, que sois un montón de contradicciones, pero, al fin y al cabo, una alianza amenazadora y subversiva. Por eso nosotros buscamos nuestra fuerza en la opinión pública y hacemos la política que en otro tiempo, hacían los partidos de la izquierda.»

Sesión del 23-10-1904: «Vuestro derecho –dirigiéndose a los miembros de la minoría republicana– está en nuestras manos tan seguro como el derecho de cualquiera de los demás, y más seguro, desde luego, que el nuestro estaría en vuestras manos».

Sesión de 19-2-1906: «La libertad se ha hecho conservadora».

Sesión del 7-6-1913: «Mi ideal constante ha sido ensanchar de día en día la conformidad constitucional entre los partidos que están alejados de ella; hacer de día en día más numerosas las fuerzas políticas que renuncien a mantener abierto en periodo constituyente, que es una inmensa calamidad, que es una causa de desmedro y de anemia para las naciones.»

Conservador. Cánovas

Consejos a un joven conservador en El solitario y su tiempo, 1883: «Trabajad, inventad, economizad, ahorrad sin tregua; no contraigáis más deudas; no pretendáis tanto adquirir como conservar; no fiéis sino en vosotros mismos, dejando de tener fe en la fortuna; no toméis los nombres o las apariencias fáciles por realidades, que estas son siempre menos accesibles; no pidáis a los que os gobiernan milagros, pero tampoco les consistáis que adulen vuestros defectos y los exageren; ni declinéis en instituciones o individuos, por poderosos que sean, las faltas de la colectividad, sean de todos, sean del mayor número; que vuestro patriotismo sea, en fin, callado, melancólico, paciente, aunque intencionado, constante, implacable».

Consumo

Una mano anónima escribió hace unos años en el Carrefour Vaugirard, en Montparnasse, «Seule religion, la consommation ». Era una mano profética.

Contingente

En la película de José Luis Cuerda «Amanece que no es poco», un vecino entusiasta adulaba al alcalde al grito de «¡Alcalde, todos somos contingentes pero tú eres necesario!».

Convencer

«He llegado a la conclusión de que en ningún caso es cierto que aquellos que pueden aducir motivos racionales contra algo lleguen a convencer siempre a los demás» (Leo Horowitz a Hans Jonas).

Convención

Chamfort: ¿Qué se ve en el mundo? Por todas partes un respeto ingenuo y sincero por convenciones absurdas.

Convicción

Heinrich Heine visitó con un amigo la catedral de Amiens. Mientras admiraban la imponente fachada, el amigo le preguntó por qué ya no se construían edificios como aquel. Heine le respondió: «Los hombres en aquellos días tenían convicciones; nosotros, los modernos, tenemos opiniones, y se requiere algo más que una opinión para construir una catedral gótica».

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