No es David Sánchez, es Pedro Sánchez
La trascendencia del caso es que el presidente era quien prevaricaba y con quien su hermano hacía tráfico de influencias. Nadie es culpable hasta que es condenado, pero si lo es David, es imposible que Pedro esté al margen de lo que se acusa a su hermano
Ésta ha sido una semana verdaderamente notable en la degradación de la democracia española. Hay varios ejemplos de ello, pero yo quiero centrarme en el caso de Extremadura, donde se ha llegado a unos extremos que ni el Equipo Nacional de Opinión Sincronizada encuentra un argumento con el que defender lo ocurrido.
El procesamiento del hermano del presidente acusado de delitos de prevaricación y tráfico de influencias es extremadamente grave. Porque esto no va de que un presidente del Gobierno tenga un hermano que es un sinvergüenza. Eso le puede pasar a cualquiera y no es culpa de uno lo que haga mal su hermano. La trascendencia del caso es que el presidente era quien prevaricaba y con quien su hermano hacía tráfico de influencias. Nadie es culpable hasta que es condenado, pero si lo es David, es imposible que Pedro esté al margen de lo que se acusa a su hermano.
Es por ello por lo que es perfectamente lógico que Sánchez haya perdido todo el pudor —si es que le quedaba alguno— y haya montado el número de aforar a Miguel Ángel Gallardo de la forma más escandalosa. Es fabuloso que la portavoz del PSOE extremeño legitime su llegada al Parlamento regional diciendo que es una decisión colegiada de los órganos de Gobierno del partido y no un cambio de opinión de Gallardo que en enero dijo que no se aforaría en la cámara. Es evidente que lo que se está buscando por los socialistas extremeños y por el presidente del Gobierno es demorar al máximo el proceso judicial. Porque ahora hay que ver a qué tribunal corresponde la causa en función de la acreditación express de Gallardo en aquel Parlamento y la discusión sobre si tiene plena condición de diputado, aunque no haya jurado el cargo todavía. Y ahí está la clave de todo este movimiento: Sánchez obligó a hacerlo para que se retrasara el procedimiento. Primero con la discusión de si Gallardo tenía la plena condición de diputado en el momento del procesamiento. Y segundo, con la esperanza de que en el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura se puedan producir nuevas demoras.
¿Qué legitimación tiene el haber quitado a cuatro personas de en medio para que Gallardo sea aforado? ¿De verdad puede haber una sola persona en España que considere ésta una maniobra limpia? Será legal, pero ¿es legítimo?
El Debate jugó en su día un papel fundamental descubriendo las aventuras extremeñas de David Sánchez. Alejandro Entrambasaguas les ha ido contando las andanzas de Azagra/Sánchez y para quienes hacemos este periódico es un orgullo ver cómo nuestra información ha tenido consecuencias. Sí, ya sabemos que la Sincronizada dice que esto es un caso de lawfare y acoso de la extrema derecha. Pues no. En España la justicia es lentísima –y eso hace que en cierto modo sea injusta. Pero al final llega. Y por eso es comprensible que Sánchez esté haciendo todo lo que puede para descarrilar el proceso en el que está David Sánchez por las actuaciones de Pedro Sánchez Pérez-Castejón.