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28 de marzo de 2024

Perro come perroAntonio R. Naranjo

El matadero de Pedro y Yoli

Sánchez es una cheka, y Yolanda una miliciana con olor a Chanel: no están para construir puentes, sino para cavar trincheras y vivir en la España de los bandos

Actualizada 01:44

Yolanda Díaz ha iniciado con acierto su andadura al frente de una cosa nueva que es tan vieja como la tos: se llama Sumar, como antes Podemos, la Confluencia, En Común o las Mareas; pero ha tenido la brillante idea de presentarla en el Matadero.
La elección del sitio no puede ser más sincera ni definitoria de lo que cabe esperar del invento, un aviso impagable a quienes puedan caer en sus garras, adormecidos por la burundanga retórica: nadie podrá decir luego que no se lo habían advertido.
De un proyecto que nace en un matadero, tiene como lideresa a una comunista, reúne bajo las faldas a lo peor de cada casa catalana, valenciana o madrileña y anticipa sus desastres con la gestión ya perpetrada desde una vicepresidencia; podrá decirse cualquier cosa, pero no que miente: Yoli ya tiene un pasado que explica el peor presente de España desde la Guerra Civil.
Tampoco puede dejarse de agradecer otro éxito de la enésima plataforma que echa perfume a la sentina populista: nos va a permitir disfrutar del enfrentamiento en el barro entre las distintas «Señoras de la guerra», con Irene Montero e Ione Belarra en una esquina de ring y la propia Díaz y Ada Colau o Mónica Oltra en el otro.
La pelea por apiolarse es en sí misma una prueba del origen ideológico de todas ellas, en la mejor tradición del viejo comunismo cainita que borraba de las fotos con Stalin a cada uno de sus ángeles caídos tras tratarles como Ramón Mercader a León Trotsky.
Pero algo pasa en España para que un producto tan viejo, decadente y pernicioso parezca una novedad ilusionante y no un peligro público. Y la explicación hay que buscarla en las necesidades sanchistas, resumidas en una: le urge un báculo que complete sus expectativas electorales y sustituya, si es posible, la sumisión del PSOE a ese triple eje del mal que conforman Podemos, ERC y Bildu.
Díaz es el producto de una traición, la suya a quien la puso ahí con el dedo de Pablo Iglesias; y de una urgencia, la de Sánchez, que ya fue el presidente menos votado de la historia y ahora es además el peor valorado de siempre.
El respaldo mediático a la candidata de Sumar no es más que la consecuencia de las órdenes dadas por Sánchez para fabricarse una muleta de usar y tirar con la que disimular su cojera, por si no le llega con Otegi y Junqueras y a Podemos le desploma su aluminosis.
La gran moraleja de Sumar es que entierra definitivamente toda esperanza de redención en el PSOE mientras siga Sánchez al frente, y quizá de resurrección si sigue demasiado: desaparecido por méritos propios Ciudadanos y descartado desde Moncloa todo entendimiento con el PP; la España de los bandos, las trincheras y los bloques parida por Zapatero y criada por Sánchez ha llegado para quedarse.
Y lo hará desde el Gobierno o desde las barricadas, pero nunca cruzando puentes tranquilos para llegar a mesas de diálogo sensatas: Sánchez es una cheka, y Yolanda una miliciana con olor a Chanel.
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